domingo, 18 de octubre de 2015

El Señor de los Perdigones. Capítulo 20


Remontaron entre penalidades el curso del Törmeduril, amparados en las sombras y las peñas negras que les daban cobijo. Cruzaron las montañas sombrías de Grëgdorudor, donde los maestros de la mosca ahogada y el buldó escogotaron truchas desde tiempos inmemorables, y por fin, en la llanura llegaron a las estribaciones de la Cosmarca.

-    ¿Qué te patearon el culo?- dijo Xanegar Bolger, mientras exhalaba el humo que había tomado en una profunda calada de su pipa de hierba luisa-.

-    Así es, pero eso no fue lo que más me dolió- apuntó Fcodo- . El dolor moral fue mucho peor. He visto con mis propios ojos cómo el veneno negro de la pesca con perdigón se ha apoderado de las tierras del norte. Ya nadie pesca a mosca seca, a más decir, ya nadie sabe ni tan siquiera que la pesca a mosca seca es la única modalidad digna de ser llamada noble. Saurancho ha extendido sus largos dedos y ha envenenado todo el norte. Sólo resistimos los viejos y buenos mosqueros a tamaño desastre. Afortunadamente, tú Xanegar, aún te mantienes como un noble comerciante de la vieja escuela y ofreces sólo materiales para montar secas…

-    Xanegar, ¿estas bolitas naranjas que pesan tanto y que tienes en este cajón para qué sirven?- preguntó inocentemente Sam-.

-    SSShhh…calla tolardo… -dijo Xanegar mientras con un gesto sutil de la mano cerraba el cajón mientras asentía a lo que Fcodo estaba diciendo-.

-    Me entristece lo que relatas, Fcodo –dijo Xanegar- . Era de esperar. Saurancho incrementa su poder e influencia cada día que pasa y de hecho mañana se celebrará la Gran Convención de Montaje, como bien sabes y se rumorea en las tabernas sottovoce que el mismísimo Saurancho acudirá acompañado de Gollumero.

-    ¡¡Maldito Gollumero, lo odio!!  Nos arrebató las gafas de culovaso en las tierras de Galithornmtih. El robo de las gafas fue el primer paso de su perverso plan. Corrimos tras él a tanta velocidad como nuestras piernas y el colesterol que tapona nuestras arterías nos permitió y desafortunadamente no le llegamos a dar alcance. El robo de las gafas de culovaso fue un duro golpe para nuestra comunidad, pero lo que realmente me alarmó fue ver que la huida del inmundo Gollumero tomaba dirección sur y que en su alocada fuga había dejado caer un aviso de Correos  en el que se le notificaba que tenía pendiente de recoger un envío de Ebay que le venía de China. No había duda, se había hecho con el epoxy de los chinos y junto con las gafas de culovaso ya no tendría obstáculo alguno que le impidiera montar el Perdigón Único. Nuestra persecución hubiera dado sus frutos de no ser por el cautiverio que sufrimos en Pañarandïl de BrakMt  y lo que posteriormente sucedió y te he relatado. Ahora todo tiene sentido: su objetivo final es acudir junto a Saurancho y forjar el Perdigón Único en la Gran Convención de Montaje y con él deslumbrar a toda la comunidad mosquera, no cabe duda –dijo Fcodo con los ojos inyectados en sangre-. ¿Has mirado mi buzón en mi ausencia como te pedí que hicieras?, ¿ha llegado alguna carta en mi ausencia invitándome a tan magnánimo evento? Sin duda los organizadores saben de mi buen hacer montando moscas –no por casualidad vendo moscas en toda la Tierra Media, más allá del Mar del Oeste, acullá de las desiertos del Este, allende las Montañas del Norte, en Navalcarnero y en Totana-… Dime, ¿ha llegado carta…ha llegado? –preguntó Fcodo inquieto-.

-    Ni tarranco…

-    ¡¡ Demonio de Saurancho!!. Sus largos dedos han llegado hasta las más altas instancias para aislarme, para excluirme y mermar con ello mi gloria y fraguar así el Perdigón Único con el que dominar y subyugar a todos los buenos mosqueros, a más decir, a los mosqueros de seca. Pero esto no quedará así, no. ¡¡Vamos mi fiel Sam, mañana será el gran día!! Mataremos dos pájaros de un tiro: destruiremos el Perdigón Único si osan montarlo y mostraremos que no hay montador en toda la Tierra Media mejor que yo -sentenció Fcodo mientras en un gesto de rabia daba un puñetazo en el mostrador con su manita pequeña y rechoncha-.

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