domingo, 26 de marzo de 2017

El hombre y el agua. Serie fauna ibérica. El Fotógrafo de río.

El Fotógrafo de río, Nikonatrix fariomortis

El Fotógrafo de río (Petulanteus, 1995), es un reptil relativamente abundante en el norte peninsular, encontrándose dos poblaciones perfectamente diferenciadas y determinadas como subespecies (Toprieto et al, 2005). Nikonatrix fariomortis salarcaput, en toda la cornisa cantábrica y Nikonatrix fariomortis exoscaput en la zona del bajo Pirineo. 

Taxonomía
Reptil extensamente descrito por El Mosquero Petulante en su obra “Systema soplapollae” de 1995, y que como otras muchas especies ibéricas, aún conserva su nombre binomial original.

Descripción
Esta serpiente de agua, catalogada dentro de la familia mortuusrectae, posee un cuerpo alargado, escamoso y carente de extremidades útiles y, a pesar de su cola corta, tiene una gran habilidad para desplazarse por los ríos de la fachada norte peninsular. Su coloración es muy variada, generalmente olivácea o marrón amarillenta, también puede ser rojiza o azulada pero siempre en forma de camisa de cuadros (el color es cambiante en función del valle en el que habita) y gorra a juego.

Se caracteriza por llevar consigo abundante material audiovisual y fotográfico mientras pescan. Son increibles cazadores de imágenes con las que son capaces de saturar las redes sociales: auto-fotos, fotos de otros de su misma especie; muchas fotos del mismo pez fuera del agua en muchas posturas distintas y que inteligentemente publican en periodos de tiempo muy espaciados para que parezcan diferentes ejemplares, algunos autores (Dra. J. de Lomo et al 2014) teorizan sobre la posibilidad de que, a través de las imágenes obtenidas, roben el alma de sus víctimas y éstas vaguen eternamente por las redes sociales. Son inclementes y dramatizan notablemente cualquier captura en forma de relatos épicos y escenas heróicas, muy empalagosas, adornadas y recargadas de adjetivos, simulando relatos homéricos.

El profesor Raposero y el famoso herpetólogo escocés, Dr. Trevor Mc Ario, determinaron en 2006 las pautas de conducta comunes entre todos los individuos estudiados en diferentes valles cantábricos y pirenaicos:
  • Se comunican y retroalimentan entre ellos a base de terminología “spanglish”, mucho postureo y el reflejo de sus gafas polarizadas.
  • Suelen acabar involuntariamente con la vida de los peces que fotografían porque los retornan al agua sin un hálito de agua en sus branquias.
  • Se adornan, para obtener cierto carisma y sintomático misterio, con objetos innecesarios y gorras serigrafiadas con marcas bien visibles.
  • Su ego extremo y sentido desarrollado del exhibicionismo les impide cualquier atisbo de autocrítica y sentimiento de culpabilidad, llegando en muchas ocasiones a caer en el cinismo más absoluto.
  • Autocomplacencia, narcisismo y presuntuosidad exacerbantes que, aún sabiéndolo, les llevan a relatar sus hazañas aunque al resto de las especies se las traiga floja.
Estudio etológicos de la especie realizados en 2010 (Raposero et al), indican que durante los meses de invierno, su librea se vuelve gris y melancólica, realizando un mimetismo mülleriano con la Lanceta graznadora (Egolastro casterus), especie con la cual convive, comparte hábitat y comportamiento, llegando a una relación simbiótica muy peculiar, que se vuelve inestable en cuanto finaliza la estación fría.

Con el inicio de la primavera, realiza numerosos desplazamientos por la meseta norte peninsular, desarrollando su actividad tanto en zonas de montaña como en los cursos de llanura. En estos parajes se rodea de especies de niveles inferiores en la pirámide ecológica a las que depreda gracias al aturdimiento que en ellas produce la cháchara incomprensible del relato de sus hazañas y el deslumbramiento de las bolas de tungsteno de sus perdigones, a los que no dudan en acudir en pos de obtener alguna de las fotografías de las que se alimentan y alimentan su mito.

Especie peligrosa y beligerante si es molestada, es cada vez más abundante y frecuente en algunos ríos cantábricos. Es fácil localizar su presencia debido a lo visible de su librea y a la facilidad que tiene para indicar a las demás especies fluviales lo que deben o no hacer, a pesar de haber demostrado que en ocasiones comenten grandes errores en conceptos muy básicos. Muy territoriales, suelen tener frecuentes enfrentamientos con el Cenutrio de río (Lutra casposa), con encarnizadas y espectaculares luchas, dentro y fuera de las redes sociales.

Catalogada como “Especie en peligro de expansión” en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN.

domingo, 5 de marzo de 2017

La vulgaridad

Escribir no debería ser un ejercicio de vulgaridad, lamentablemente encuentro últimamente demasiados personajes en el mundillo de la pesca que se atreven a mancillar tan digna labor. Antes de continuar quiero aclarar al lector que desde la primera frase (que ya habrá leído) y en todas las que siguen a ésta, la acepción que quiero reflejar sobre lo que es vulgar, es la que el DRAE define como “Que es impropio de personas cultas o educadas”.

Hablo de vulgaridad en un acto de contención y también por compendiar, porque la tosquedad, la ordinariez, la grosería, la incorrección, la impertinencia, la trivialidad, la zafiedad, la indelicadeza, la brusquedad, la rudeza, la incultura, el salvajismo, la descortesía, la torpeza, la aspereza, la ineptitud, la impericia, la ignorancia, la desmaña, la inhabilidad, la inutilidad, la indecencia, la descompostura, la intemperancia, la insolencia, la incompetencia, la ignominia y la simpleza van unidas como uvas en el mismo racimo.

Pésimo es cuando esta condición se alía con la osadía y la incontinencia, se publicita y se generaliza por aquello de que si muchos lo hacen no debe ser tan malo, es cuando se cae en la vorágine de mediocridad sistematizada que ataca y arrasa cualquier atisbo de inteligencia. Pero peor es cuando los que no lo son se impelen a ser vulgares para de esta forma aparecer como cercanos y colarnos sibilinamente su doctrina, es sin duda el momento en el que se le intenta dar la puntilla a cualquier librepensador despistado.

Desenmascarar a los falsos vulgares debería ser una tarea cotidiana, pero marcar una frontera entre los dos especímenes se me antoja difícil ya que nos hemos acostumbrado tanto a la sandez que estamos perdiendo la capacidad de asombro. Un ardid que podemos aplicar para diferenciarlos es la cantidad de vergüenza ajena que nos produzcan sus manifestaciones, pero como no existe una medida ponderada para calcularla, mi recomendación es aborrecer tanto a unos como a otros, aunque si algún día tenemos la suerte de descubrir a un tapado, procurar sonrojarle la cara, ésto es lo que más les duele.