domingo, 26 de julio de 2015

El Señor de los Perdigones. Capítulo 8

Al amanecer la comunidad de Degustando Ricas Pitanzas en el Monte recogió el campamento y mientras Gandalfpé fregaba el perol de las gachas que se habían trasegado la noche anterior, Fcodo se acercó a él.
-    Maestro… digo Gandalfpé, anoche mientras nos retirábamos del acoso de los orcos y los hombres-orco escogotadores de Astur-natur, creí escuchar una voz que me resultó familiar – susurró Fcodo acercándose a Gandalfpé-.
-    Sí, mi buen Fcodo. Yo también la oí. De hecho llevo días escuchándola.  Sé que nos está siguiendo desde que cruzamos las montañas de Guarramärndugoll. Nos vigila desde la espesura del bosque y aguarda el momento para asaltarnos. Esperará la mejor oportunidad, cuando más débiles  nos encontremos, para atacarnos- dijo Gandalfpé en voz alta pero como quién dice algo para sus adentros-. Sé que es Gollumero –concluyó rotundo-.
-    ¡¡¡ Maldito seas Gollumero, maldito seas!!! –gritó Fcodo con una aguda y ridícula voz de pito-  ¡¡¡sal de tu agujero y enfréntate a mí en singular combate!!!.
-    No insistas mi buen Fcodo, no lo hará. Sabe que no es el momento – dijo Gandalfpé mientras poniendo una mano en el hombro de Fcodo, tranquilizaba a su camarada que estaba congestionado como un pavo y se le había hinchado la papada-.
-    Qué escándalo es éste, coño. Así no puede dormir uno –espetó  Bermudapesca mientras salía de la tienda de campaña con las canillas al aire y las bermudas hechas girones tras haberse enganchado con los tojos del monte al huir de los escogotadores la noche anterior-.
-    Nos está siguiendo Gollumero –dijo Gandalpé-. Lo sé desde hace días, pero no os he querido advertir antes para no alarmaros.
-    ¿Gollumero aquí, tan lejos del valle de Loz-oyämith? –se extrañó Bermudapesca-.
-    Sí. Me temo que ha descubierto que Alvatuk está en posesión de las gafas de culovaso de Rhitmyl de Constanmoria que hacen fraguar al instante el epoxy de los  perdigones. Mi informadores me han confirmado que en la aduana están dando estopa y están parando todos los contenedores que vienen de China y le han jodío  a Gollumero la linterna de led azul para fraguar el epoxy  que compró por Ebay –informó Gandalpé a Fcodo y a Bermudapesca que escuchaban con interés lo que el maestro les contaba-. Si se hace con las gafas de Alvatuk ya habrá dado un gran paso para terminar de montar el perdigón único –continuó Gandalfpé-. Así mismo, me ha llegado información a través de mi red de espías de que se ha puesto en contacto con el troll Al-freg-urgöll  y se ha hecho con la brinca venenosa. Ya sabéis que ése anda con la tontuna los hilos…
-    Al-freg-urgöll,  es ese troll de la raza del sur que emigró a las tierras de Lög-org-arull y que es más basto que un Petit Suisse de morcilla, ¿verdad? -preguntó Fcodo-
-     El mismo. Cuenta la leyenda que posee una de las mejores colecciones de hilos y brincas de la Tierra Media y que  lo incomprensible de su dialecto, mezcla de la lengua de los trolls del sur y de los orcos del norte, hace imposible a los hombres poder comunicarse con él y sólo es entendido por seres como Gollumero que son capaces de balbucear y escribir en términos ininteligibles para los mortales. Contactó con él por Facebook y tras hacerle un poco la rosca consiguió que le pasara un poco de la brinca venenosa. De ahí que  la tenga ya en su poder y esté a un paso de montar el Perdigón Único y ponerlo al servicio del Señor Oscuro de Aöpecor, si finalmente se hace con las gafas de Alvatuk. Ahora es importante que protejamos a nuestro camarada y las gafas de culovaso si no queremos que todo esté perdido –dijo Gandalfpé mientras miraba a los ojos atolondrados de Fcodo-.
-    Las protegeré con mi vida si fuese menester –sentenció Fcodo-.
-    Sabía que podía contar contigo, Fcodo. Hay pocos hobbits como tú que se tomen esto de la pesca tan en serio – dijo Gandalpé mientras le daba dos collejitas a Fcodo-. Bueno, basta ya de cháchara. Es hora de partir. Al oeste las ordas de Urugluis-piagür asolan los ríos y no dejan viva trucha, salmón o reo que cae en sus manos. Sólo algunos elfos con la ayuda de Barmarkbol resisten los embates de las ordas de los Urug-hai de Urugluis-piagür.

Avisad a los demás. Partimos al oeste. Hagamos acopio de compango y fabes para el camino. Que el cocinero se cerciore de que el camping gas tiene suficientes recambios. Esta comunidad no tiene sentido si no podemos degustar ricas pitanzas en el monte– dijo Gandalfpé mientras se levantaba el manto y estiraba las piernas-.

domingo, 19 de julio de 2015

El Señor de los Perdigones. Capítulo 7

-¡ Ay, ay!, se lastimaba Fcodo, me han dado hostias hasta en el carnet de identidad. Solo les pregunté si estaban pescando sin muerte y como se pusieron. Malditos Orcos.
- ¡Fcodo!,- exclamó Gandalfpé de repente-. Nos vigilan desde la espesura, actuad con normalidad. ¡Tú no bolsabás!, que levantas la liebre; y deja la puta bolsa ya de una vez.
- Jo, Gandalfpé, si es que me encanta recoger basura, -afirmo Sam con expresión atolondrada-.

De repente miles de flechas apuntaban a nuestros amigos.

- ¿Sois pescadores sin muerte? Dijo una voz desde los árboles.
- ¡Maldita sea, si lo somos!, -exclamó Fcodo- ¡y lucharemos hasta la muerte por ello!,- exclamo con un sonoro gallo- ¡como caballeros mosqueros y adalides de la moral verdadera!
- Así me gusta, exclamó de nuevo la voz, estáis en un tramo libre sin muerte.
- ¡Galdalfpé, Gandalfpé, son hombres!, ¡no son orcos! Y les acompaña un elfo armado con vara de dos manos.
- Soy Erreryn, de las montañas de Narceathür, montaraz del norte, pescador de salmón a mosca y fiel defensor de la pesca sin muerte. Sois bienvenidos a estas nobles tierras viajeros.
- Vaya, bienaventurados los ojos que te ven Fcodo, -añadió altivo y arrogante el elfo que acompañaba a los montaraces, mientras agitaba su melena rubia al viento cual anuncio de champú-. Largos los años que han pasado, veo que sigues de buen ver camarada.
- ¡Lagutlas viejo amigo! Tu tampoco has cambiado nada, ese cuerpo esparraguil, esos brazos de orangután y esa mirada de mapache ojeroso. ¡Dame un abrazo!

El elfo tosiendo enérgicamente tras el encuentro y el apretón, encendió su pipa de hierba luisa y comenzó a conversar con los miembros de la comunidad de las ricas pitanzas a la luz del fuego.

- ¡Ay amigos!, vine a luchar contra los montaraces del norte y me uní a ellos. Son diestros en las artes de pesca del salmón, manejan con pericia la mosca, la quisquilla, la moruca y el perdigón y después de ver tanto orco escogotador por estas tierras, no he encontrado nada mejor por aquí.

La noche transcurrió entre conversaciones, pipas y chupitos, mientras se sucedían historias y algún que otro poema épico nostálgico recitado coro por nuestros amigos:
“Padre Tajo, padre Tajo.
¡Ay de tí!, quién lo pensara,
que una moza tan garrida
te iba a salir tan marrana.
Cuando tu matrimoniaste
con la bravía Jarama,
perdería el apellido,
ganarías tú la fama.”


Lagutlas, hasta arriba de hidromiel y hierba luisa intervino babeando.

- Os presentaré a mis nuevos compañeros:

Errheryn, rey de los montaraces del norte, con quien he librado mil batallas.
Frhäntürin, hijo de Ram-ntürin, nacido a medio camino del Anglirú, es nuestro enano trepador de árboles y el mejor oteador de salmones de todo Astur-Natur ¡Míralu comosubepolhumeiru!
Villharin, este lo esnuca todo, pero encara con fiereza a las ordas de orcos que acampan por los valles del norte y los amedrenta con palabrería brusca y brujería de la chunga. Mira como echa espuma por la boca ¡ffffffsshhhh! ¡ffffffsshhhhhhh!
- Este es…
- ¡Compañeros! -Interrumpió Errheryn-, ha amanecido y debemos ir a Quizanadürbridge. Vamos a echar la media hora pal puente y la rueda en el chorro. ¡Acompañadnos!

Gandalfpé sacó de debajo de su larga túnica un tubo de aluminio y fue montando poco a poco los cuatro tramos de una caña de… ¡16 pies!

- Maestr…digo Gandalfpé, -dijo Fcodo con admiración a la par que devoción- no sabía que dominaras las nobles artes de guerra con la vara de dos manos.

Con lágrimas en los ojos, Fcodo continuó.

- Veo un nuevo amanecer aquí en Astur-Natur, elfos, enanos y hombres unidos en la comunidad, como ejercito de caballeros mosqueros, bregando recios en pro de una pesca sin muerte sin chatarra, por los reyes del río a mosca, por las xanas y los nobles reos a mosca seca, sacaderas sin nudos, callos y gachas por doquier, veo…
- ¡Fcodo, fcodo!, -exclamaron Alvatuk y Bermudapes- ¿los salmones se pescan a seca?
- Lo ignoro camaradas. Vayamos a ese extraño ritual que nos dijeron a ver como ejercen nuestros anfitriones tan nobles artes.
- Mira Fcodo, aquí sigue habiendo mierda, -puntualizó Sam mientras miraba a Fcodo con el mismo trance que le embargaba desde que pisaron las tierras Astur-natur- ¡Un paraíso, esto es un paraíso!

Ordas de orcos del ejercito de Uru-hai colgaban de las pilastras y muros del Quizanadürbridge y llenaban las orillas de gran río Narceathür. Nada más detectar la presencia de la comunidad, se reagruparon y se dispusieron en formación de ataque, soltando improperios y aullidos escalofriantes.

- Llevan varas de 10 metros maestr…digo Gandalfpé, -denotó Fcodo-. Estamos perdidos, nada tenemos que hacer contra semejante poderío armamentístico.

Raudos y veloces Errheryn y Villharin se adelantaron y gritaron a la par

-  ¡La media hora!
- Ahora veréis porqué me uní a ellos, -dijo Lagutlas entre dientes-.

De un pellejo de cabra, empezaron a sacar bolas de bingo unos y otros. Errheryn, exclamó victorioso

- ¡Saqué el uno!

Los orcos de Uru-hai aullaban de rabia, algunos empujaban, otros gritaban que tongo; las armas se mostraron por parte de unos y otros, pero todo volvió finalmente a la calma.

Llego el momento de pescar. Errheryn empuñó la caña y comenzó a dar una varada tras otra.

- ¿Así se pesca el salmón a mosca?, -preguntó Fcodo-.
- SSSSHHHHHH -le replicaron todos-.
- Ta picandu, un, dos tres, ¡GARRAU!

La pelea fue épica, la comunidad pudo presenciar en directo la enérgica lucha del rey del río prendido. Finalmente el salmón agotado llegó a la orilla.

¡Chas, chas, chas! -sonaban los morrillazos en la cabeza del salmón-.
- ¡Yastá, ahora pal precintu!

Perplejos y escandalizados Galdalfpé y Fcodo corrieron hacia ellos, mostrandose beligerantes debido a su terrible enfado.

- Estáis locos, -gritó Fcodo-, ¿donde está la pesca sin muerte que tanto defiendes?
- Yo estoy a favor de la pesca sin muerte, -replicó Errheryn-.
- Pero entonces ¿por qué lo matas?
- Vas a decirme tu lo que puedo o no puedo hacer dentro de la legalidad. El salmón es mío.
- ¡Asesinos!, -insistió Fcodo-.
- A mi no me insultes, que yo estoy a favor de la pesca sin muerte.
- ¡Desvergonzados! ¡Traidores! ¡Renegados!

A medida que se sucedían los insultos de Fcodo, los orcos uru-hai iban rodeando a nuestros amigos y estrechaban más y más el círculo.
Finalmente aconteció el previsible, inevitable e iterado desenlace.

-¡Ay, ay, ay!

Se lastimaban Fcodo, Gandalfpé, Sam, Alvatuk, Umberimir y Bermudapes mientras sus lastimados cuerpos intentaban torpemente correr ladera abajo.

- Nos han dado la del calamar, me duele hasta el alma. ¿de que coño van estos?
- Lagutlas me advirtió, -añadió Umberimir-.
- No se trata realmente de montaraces, son hombres-orco y no se sabe de que van, pero también decía que una vez uno se acostumbra a convivir con ellos, la vida podía ser plácida y agradable, dejándote pescar tranquilo.
- Mis fuerza flaquean honorable Gandalfpé, ¿ya nadie pesca sin muerte? -se lamentaba Fcodo-.

Con el sol poniéndose frente a ellos, la comunidad reanudó su marcha nuevamente, no sin cojear y arrastrarse tras la tremenda paliza recibida.

- ¿Pescaremos algo alguna vez? -preguntó Sam-
- Hay cosas más importantes que sacar peces -replicó Fcodo mientras rechinaba los dientes-.

Siguiéndoles el paso y desde la sombra…

- Tesooooro, tesooooro les odiamos. Ellos no murieron, los hombres orco son malos, tesoro. Pero no los mataron, el perdigón, tesooooro, ¡gollumero, gollumero!  ¡Ejjjjjj! ¡Ejjjjjjj!

domingo, 12 de julio de 2015

El Señor de los Perdigones. Capítulo 6

Fcodo y la comunidad de las ricas pitanzas cruzaron las montañas nevadas por el estrecho paso de Pajaründal, bajo una niebla intensa y un frío penetrante.

- Meriadun Bermudapesca torcía el gesto y aguantaba sin protestar, ¡quien pillase los ropajes de Xarnegar! Pensó.
- ¿Queda mucho para llegar? Preguntó Sam Bolsabás.
- Poco, queda poco, afirmó Fcodo.

La niebla dio paso a una lluvia fina y el ganado pastaba tranquilamente en los verdes prados donde el olor de los brezos acompañaban a la comunidad que se adentraba poco a poco en uno de los numerosos valles.

- ¿Queda mucho para llegar? Preguntó de nuevo Sam Bolsabás.
- Poooco, queda poco, repitió Fcodo.
- Mirad, allí hay un hombre de campo, un humilde y recio hombre de campo. Seguro que nos puede recomendar un regato donde pescar sin muerte.
- Cagunmimantu, putu furiatu los coyones ¿que mi madre fais por equí? venís xingar les nueses muyeres y pescar les nueses truches, volvéi por ondevinistis babayos. Non texinga, pescadores en sin muerte dícenme, ¿quies una camada de osties?…
- Extraño dialecto hablan por estos lares, pero que entrañables que son; dijo algo que por aquí se pesca sin muerte y que en su casa tenemos cama; arribamos a nobles tierras compañeros. Mirad como agita la vara en señal de despedida.
- ¿Queda mucho para llegar? Preguntó insistente Sam Bolsabás. Puto pesao, nooooo, no queda naaaa.

Los estrechos valles del sur, daban paso a los anchos valles del norte. Humo negro de neumáticos quemados y cadáveres por doquier avisaban de las luchas acontecidas recientemente entre los habitantes de las Minas de Carboörinor y los Señores Orcos de Oviedür, avisando a nuestros amigos que no llegaban en el mejor momento y eran tiempos convulsos.
El imponente Río Allerun, en su desembocadura con el Caudalin, afluente del Nalonon daba la bienvenida a la comunidad con sus frías corrientes.

- La leyenda era cierta, mirad sus limpias aguas -dijo Fcodo-. Estamos en la cuna de la pesca a mosca de Astur-Natur. Preparad las cañas hermanos mosqueros, desvirguemos estas nobles aguas con dignas y elaboradas moscas secas de la Cosmarca para gloria de nuestros ancestros; bebamos el néctar atruchado de sus aguas y templemos armas en sus entrañas como si no hubiera fin, ¡pescad, pescad insensatos!
- Extraños insectos pululantes habitan estas aguas Fcodo, dijo Meriadun tiritando de frío, ¡mirad, por ahí baja una efémera, voy a cogerla!
- ¡Que mierda es esta!, una compresa usada, mirad por allí baja un cagarro. Allí un aplicador de tampax, ¡cuidado con esas botellas de lavavajillas!
- ¡Mira Fcodo! -gritaba Sam Bolsabás desde la lejanía con expresión bobina-. Es el paraíso, ¡mira! Llevo tres bolsas llenas en menos de un minuto.
- Que asco de sitio, las truchas se ceban a los ñordos, ¿quién ha osado mancillar tan nobles aguas?, ¡quién! Plásticos en las ramas de los árboles, cloacas por doquier, ruedas viejas en el lecho y chapas brillando en las corrientes. Malditos orcos del norte, profanadores de santuarios, seguro que ellos son los responsables.
- Pardiez, albricias, hay cebas por esos lares. Acudamos raudos a su llamada, hagamos de tripas corazón, disfrutemos lo poco que queda vivo en este santuario de Xanas norteñas.
- Están selectivas Fcodo, no doy con la mosca, dijo Alvatuk.
- Prueba está imitación de bétido,mi buen Alvatuk
- Fcodo, tiene los cercos caídos, ¿seguro que pesca?
- Ignorante hobbit, todas las imitaciones de bétido tienen los cercos caídos, ¿acaso no conoces mi colección?
- No pican. Están muy selectivas.
- Otra bolsa más¡Y otra! ¡Y otra! ¡El paraíso! -Reverberando desde la lejanía, Sam era la persona más feliz del mundo-

Simultáneamente, disintindiendo con la cabeza y levantando la caña, Fcodo clavaba raudo sobre ceba vista, a la vez que proclamaba:

- ¡Por fin!, dama del norte, bella criatura, tomaste mi obra de arte, mi bétido engañador. Ven a mis manos, hermosa pintona.  
- Extraña trucha, es dorada y huele a pescado ¡Es un cachuelo!

De repente, en el horizonte, deslumbró una regia figura, la nobleza desbordaba su estampa y la elegancia en sus movimientos denotaba grandeza. Caña larga de elfo y armoniosas varadas que lograban extraer del agua una trucha tras otra.

- ¡Ayiraneldar! Loados sean los Elfos de las montañas de Sanisidrun. Ancestrales pescadores sin muerte y conocedores de las antiguas artes de pesca a paisana y dacron, -proclamó Fcodo-. ¡Cuanto tiempo amigo!
- ¿Y tu quien coñu yes? -Respondió el Elfo-.
- Soy Fcodo, de la Cosmarca, ¿no me recuerdas? mira quien me acompaña.
- ¡Cagunmimadre! largos años Gandalfpé, que dejaste nuestras montañas tras descubrir el secreto de la paisana roja. Sabes bien de que hablo, finos anzuelos de acero élfico forjados a martillo de latón y plumas de gallo en palmer de kantabrietür. Jamás perdonaremos tan magna traición a nuestros antepasados y nuestra cultura.
- Ayiraneldar, cuan equivocado estás viejo amigo, -contestó Gandalfpé dando una calada de hierba luisa-. Sabes quién me acompañaba en aquellos tiempos y debes reconocer que no era de mucho fiar, nos engañó a todos. Con esa mirada…
- Que te voy a contar, arraigados poemas élficos hablan de aquellos oscuros tiempos y de esa abyecta criatura Gandalfpé, la canción más popular se titula “yes más tontu que Pegp-eiyog”.
- Tranquilos hombres y hobbits, no seré yo quien traicione la hospitalidad de los Elfos de las montañas de Sanisidrun, contestó Ayiraneldar, estáis invitados a descansar en la Noble Collanzdel.

La comunidad de la pitanza arribó a la noble ciudad señorial élfica de Collanzdel y descansaron durante días.
Algo hacía estremecerse a Gandalfpé, con terribles pesadillas que recitaban  una vez tras otra que ya no existían los estrechos lazos entre elfos y hombres, algo tenebroso se ocultaba tras la puertas de la ciudad, algo terrible hacía presentir que los Elfos de Sanisidrun podían haber sido flexibles con la terrible alianza de orcos escogotadores del Norte.
Aquella mañana:

- Hermosos arroyos y puras truchas, -comentó Fcodo a sus amigos Bolsabás, Meriadun y Alvatuk-. Truchas de raza, nacidas en el río y protegidas por una férrea cultura de pesca sin muerte. Paseemos por el río camaradas.
- Mirad allí, un pescador elfo, contemplad el arte milenario de la vara larga. Gráciles y acompasados movimientos encaminados a la captura, amigos, maese pintona ha sido engañada sutilmente.
- Fcodo, ¿Qué es esa cesta que llevan colgada a un lado? -Preguntó Sam Bolsabás-.
- No lo sé, ahí llevarán las legendarias artes paisanas.
- Joder, está metiendo en la cesta las truchas que pesca, -replicó Alvatuk-.
- ¡Imposible! -argumentó Fcodo-, es un santuario de pesca sin muerte.
- ¡Fcodo!, ¡Fcodo! Recoged vuestras cosas, -gritó Gandalfpé mientras corría hacia ellos-, ¡nuestra vida corre peligro!
- Collanzdel es condescendiente con la alianza de orcos escogotadores del Norte, han traicionado los principios que juraron; las repoblaciones están a la orden del día y se esnuca mucho más de lo que se suelta, corred.
- Maldita sea, huyamos.
- Sam, deja la puta basura ya. ¡corred insensatos, corred!

Esquivando la lluvia de flechas élficas y los numerosos golpes, la comunidad se adentro de nuevo en los valles en dirección al gran mar del Norte por el río Nalonon.
Los siguientes días fueron terribles. Orcos errantes trepadores de árboles del Esmerillüg y del Esvänthur mataban salmones por doquier a quisquilla y moruca, la comunidad luchó sin cuartel por salvar sus vidas cerca de Lafigalien mientras los ejércitos de Uru-hai arrasaban todo a su paso. No se libraron ni los piscardos. El sonido de los morrillos golpeando los peces era ensordecedor y las procesiones de orcos por la ribera eran constantes.
Deshechos y cansados llegaron a una tranquila orilla del imponente río Narceanthür donde acamparon en sus riberas.

Mientras tanto y no muy lejos de allí…

- Tesooooro, tesooooro te queremos, buscamos polígonos, rectas y óvalos.
No tesoro, no los queremos, amamos huellas intrínsecas derivadas y reflejo circunflejo tetraédrico del perdigón.
Ellos nos lo quitaron, les odiamos a todos, el perdigón, tesooooro, ¡gollumero, gollumero!  ¡Ejjjjjj! ¡Ejjjjjjj!

domingo, 5 de julio de 2015

El Señor de los Perdigones. Capítulo 5

A la mañana siguiente prosiguieron su camino. Cruzaron el Abismo Verde de Helm y se dirigieron a Seg-ö-vidur por los pasos de Lillasduhil y Zarzarurgdull y de allí cruzaron la estepa de Valladoluidör. Tomaron el camino del oeste para pescar el Törmeduril, para por fin, llegar a las puertas de las tierras de los jinetes indomables de los Rohinleönhin que luchaban desde los tiempos antiguos para contener a las ordas de Hag-ürug-gil y sus escogotadores lombriceros.


-    Hemos arrastrado nuestros cuerpos y nuestros equipos por el páramo y por fin tenemos a la vista las estribaciones de las tierras de los jinetes indomables de los Rohinleönhin. Camaradas, sin duda son los ríos más sagrados de la Tierra Media con permiso de nuestro venerado Tajordarhüll que Val-Erielrond se encargó de descubrir a los mortales -dijo Fcodo, mientras miraba con ojos vidriosos al oeste, como intentando entrever al maestro Val-Erielrond, que partió a las tierras más allá del Mar del Oeste y vive feliz pescando truchas de a metro y sableando a los que le visitan-. En ellos batieron sus cañas los pioneros y viejos mosqueros que bebieron de la sabiduría de los que vinieron a llenar sus despensas allende los Pirineos.
-          Sí Fcodo, escuché en el almacén de Xarnegar la historia de un viejo mosquero en la que relataba cómo los pescadores de Rohinleönhin se quedaron absortos con las nuevas artes que portaban, por la efectividad de sus armas y por los maleteros llenos de truchas congeladas que se llevaron a su tierra – observó Alvatuk-.
-          Alvatuk, tú eres demasiado joven para haber conocido las hazañas que quedaron impresas en el acervo de los descendientes espirituales de aquellos mosqueros y cuyo veneno aún perdura. Sus fechorías fomentaron que los ríos fueran repoblados con truchas austro-húngaras de mil leches que no suben a la seca aunque les pongan un muelle en la panza. Desde aquellos tiempos el perdigón y la ninfa han invadido los ríos de esta tierra. ¡¡Malditos sean, malditos sean por toda la eternidad, esos sucios perdigoneros!! -gritó Fcodo con su característica voz de pito y su papada temblona-.
-          Pero Fcodo, después de pasar por Törmeduril, la tierra de las truchas inmensas, en donde no se pesca casi con artes oscuras y donde las truchas grandes nunca se acaban, no entiendo por qué allí sí suben y aquí no –dijo Meriadun Bermudapesca mientras escurría el agua de sus bermudas de palmeras-.
-          En los tiempos de los franceses, el Törmeduril no tenía ni una trucha, todas las que hay ahora son de colonización sostenible y no les queda más remedio que contentar o mofarse de los pescadores de estas tierras haciendo que comen lo que les sale de la adiposa un rato al día. De todas formas, la chatarra tiene poco que hacer en esos fondos tan sembraos de berzas -respondió Fcodo, que no había visto cómo el cocinero con un ademán de disimulo se metía en un bolsillo del chaleco una caja repleta de cucharillas hechas con un metal parecido almïthryl, que antiguamente extraían los hombres del norte de Al-carria-narüllde las minas de Constanmoria y que el cocinero le había comprado a los chinos por Ebay- .
-          Entiendo Fcodo, ¿cómo sabes tú tanto de esto? – preguntó Sam Bolsabás-.
-          Anda que no sé yo cosas, los viajes de pesca son largos y las confesiones terminan saliendo a la luz. Los amigos de hoy se tornan en enemigos de mañana y sus confesiones son armas en mis manos -dijo Fcodo, mientras ponía una mueca y recordaba los tiempos antiguos, cuando él y el traidor Göllumero, eran amigos del alma-.
-          De acuerdo, lo tendré en cuenta –sentenció Sam-
-          Fcodo, estoy loco por llegar al río para llenar mi primera bolsa amarilla... ¿qué son aquellas siluetas que se divisan en lontananza?

----------------------

-          Estáis en las tierras de Vir-ut-tüir, el Gran Mago del Ego, quiénes sois y qué venís buscando con esas vestimentas tan extrañas- dijo aquel hombre con un yelmo con forma de casco y gran habilidad y rapidez para extraer truchas del río mientras se les acercaba lentamente, escrutando a cada uno de los miembros de la comunidad-.
-          Somos la comunidad sagrada de la mosca seca y degustamos ricas pitanzas en el monte. Hemos venimos a luchar contra las fuerzas de Saurancho, el señor del perdigón único que ha trasformado la forma de pescar en los ríos de vuestras tierras y amenaza todos los de la Tierra Media y además va en contra de la ética mosquera pura- contestó Fcodo-.
-          Y lo dices así, de tirón. A mí lo que me parece es que sois unos menguados. Ojo, que he dicho menguados, no disminuidos ni faltos, ¡eh!, que nosotros respetamos mucho a los disminuidos y además tenemos muchos amigos que lo son. También os respetamos a vosotros, aunque seáis menguados y faltos.
-          Pero si acabas de decir que no somos faltos y a continuación afirmas que lo somos… -replicó Fcodo, al que se le había puesto cara de tonto mientras se rascaba la cabeza-.
-          Es una tradición de aquí decir una cosa y la contraria en la misma frase. Nos lo enseñó Vir-ut-tüir, el Gran Mago del Ego. Bueno, pues hala, ya os podéis ir por donde habéis venido que aquí no estamos pa’tontunas. –continuó diciendo aquel hombre, mientras con la mano hacía un gesto indicando que volvieran sobre sus pasos-.
-          No, no. No nos vamos a ir sin luchar, ¡¡en guardia!! –dijo Fcodo desafiante, mientras daba un salto cual sapo y le temblaba la panza y la papada al rebotar su piernecitas cortas en el suelo-.
-          ¿Qué pasa aquí?- espetó un nuevo personaje que había aparecido en escena. Aquel hombre era alto, delgado y de luenga barba blanca. Sus manos huesudas sostenían una Sägedor que llevaba sujeto un mítico Vivarellituir-.

El otro, al escuchar la voz del nuevo personaje giró la cabeza y al identificarlo, hizo una profunda reverencia y semi agachado como hacían los lacayos en los tiempos antiguos de Valinor, se retiró unos pasos mientras sacudía la cabeza en signo de respeto y sumisión.

-          ¡¡Oh Gran Vir-ut-tüir, Gran Mago del Ego, Maestro de Maestros, Lucero de Pescadores, Guardián de la Sabiduría Haliéutica, Amo y Señor de los ríos de Rohinleönhin, Guardián del Padre Esläd-huill, Condestable del Orb-ig-öduil, Senescal del Pörm-an-dhuill, Protector de… !!
- Bien, bien, está bien, pelota… Eres un buen palmero, pero deja de hacerme ya la rosca que por mucho que me dores la píldora ahora o por mucho que le des a “Me gusta”en Facebook a las tontunas que publico, no estás aún preparado para que te transmita mi sabiduría piscatoria -dijo Vir-ut-tüir, mientras hacía un gesto de manifiesto desdén al pelotilla-. ¿Qué está pasando aquí? Cuéntame.
-  Han llegado estos menguados y dicen que quieren luchar por alguna historia de un tal Saurancho o no sé qué, Gran Mago del Ego Vir-ut-tüir, -dijo el palmero mientras seguía con la cabeza inclinada-.
-          Mirar chavales, aquí no tenemos el chichi pa’farolillos, así que os voy a apuntar en este pergamino la dirección del rey de los orcos Hag-ürug-gil, que ése entra a la pelea a la primera tentativa y os pegáis con él, que yo ya estoy hasta el rabo la boina de hostiarme con toquisqui y ya na más que me dejo ver en Facebook y sólo ante aquéllos, que como éste palmero, me hacen la mamola- dijo Vir-ut-tüir, señalando con desprecio condescendiente al tordo que seguía con la cabeza gacha haciendo leves movimientos arriba y abajo como perro de adorno en bandeja de coche, en ostensible signo de aprobación-
-          Pero vosotros pescáis con perdigón y además nadie puede tener un ego tan grande como el mío –dijo Fcodo, rechinando los dientes mientras el labio rechoncho le temblaba de pura rabia-.
-          Pues también nos encanta la competición y no dejamos ni un permiso libre para los EDS del Orb-ig-öduil- dijo el Gran Mago del Ego Vir-ut-tüir, mientras levantaba su caña Sagedör y mostraba su carrete Vivarellituir en ostensible signo de orgullo-
-          Prepara tus armas, hereje –espetó Fcodo, que saltó hacia delante en actitud desafiante-
Raaaaasssssss… -se escuchó al dar el salto Fcodo-
- ¡¡ Me cagontoloquesemena!! El puto váder… Ya se ha rasgao de la entrepierna –dijo Fcodo mientras miraba las costuras rotas-.
- Esto te pasa por comprar váders de los chinos. Si hicieras como yo y llevaras bermudas eso no te pasaba –dijo Mediadun Bermudapesca-.
- ¡¡¡Nos ha jodido!!! y así vas tú con las piernas como un nazareno y amoratás del frío – replicó Fcodo en un respingo de manifiesta contrariedad-.
- No es asunto mío, extraños viajeros, pero a pesar de que habéis estado a punto de agredirme, compartiré con vosotros mi excelsa sabiduría y os diré cómo podéis arreglar lo del váder, si deponéis vuestras cañas y le dais al llegar a casa al “Me gusta” en Facebook cuando yo publique algo– dijo el Gran Mago del Ego Vir-ut-tüir-.
- O eso, o a pescar en bermudas… -dijo para sí Fcodo-. ¿Tú dirás, pues?
- Teneís la opción –continuó el Gran Mago del Ego Vir-ut-tüir- , de que marchéis al valle de Curüe-ñandur y allí, el rey de los orcos, Hag-ürug-gil os podrá vender plumas de culo de pollo y algún váder de esos que fallan más que una escopeta feria, pero os valdrán para cuatro o cinco jornadas al menos, aunque luego los tengas que tirar a la basura porque no hay Dios que los repare.
- Ese orco es nuestro enemigo declarado. Quiere que los del besbello y el saltón vuelvan a los ríos y ocupen el lugar que por nobleza nos corresponde ocupar a los mosqueros –dijo Fcodo-.
- También lo es mío –dijo el Gran Mago del Ego Vir-ut-tüir, con un brillo de odio en los ojos- . Con sus malas artes ha intentado quitarme protagonismo en Facebook y desde que sale en la tele se cree el rey del mambo, cuando de todos es sabido que yo soy el Gran Mago del Ego, Maestro de Maestros, Lucero de Pescadores, Guardián de la Sabiduría Haliéutica, Amo y Señor de los ríos de Rohinleönhin, Guardián del Padre Esläd-huill, condestable del Orb-ig-öduil, y Senescal del Pörm-an-dhuill quien atesora la infinita sabiduría piescatoria… ¡¡coño, pero es que pescar sin váder como el menguado ése que va con vosotros es muy duro!!
- ¡¡ Oiga, sin faltar!!- protestó Meriadun Bermudapesca-.
- No le compraremos un váder a Hag-ürug-gil… ¡¡le derrotaremos y se lo robaremos!! – dijo Fcodo, con su ya conocida mirada de atolondrado-.
- Id pues y recordadle que yo sigo siendo el rey de los Rohinleönhin y a vuestro regreso no os olvidéis de dar al “Me gusta” en Facebook a lo que yo publique – dijo el Gran Mago del Ego Vir-ut-tüir- .
- Así lo haremos, pues aunque eres de competición y pescas a perdigón, los  enemigos de nuestros enemigos, son nuestros amigos. –dijo Fcodo mientras hacía una profunda reverencia que dejaba entrever una lorza de su nalga por la rotura del váder-.

--------------------------

-          Hag-ürug-gil, ¡¡sal de tu castillo y pelea contra nosotros!! Tu fama en la región te precede –gritó Fcodo-.
-       ¿Quién coño sois vosotros? -respondió desde una almena un orco con cara de bruto-.
-          Nos ha dado tu dirección Vir-ut-tüir, el Gran Mago del Ego y nos ha dicho que eres el valedor de la pesca con artes oscuras en los ríos de Rohinleönhin. Si nos das un váder de esos que vendes, quizás te perdonemos la vida – gritó Fcodo desde abajo-.
-          ¡¡ Será tonto el gordo éste!! Espera ahí abajo, que te lo voy a dar ahora mismo.
Hag-ürug-gil  bajó las escaleras del castillo a toda prisa con dos pollos de raza auténtica de los Rohinleönhin bajo el brazo a los que les estaba haciendo la permanente, mientras entre alaridos convocaba a sus palmeros de internet.

--------------------------

-          Quién iba a decir que tenía tres escuadrones de orcos palmeros en el castillo –dijo Alvatuk mientras recobraba el resuello-.
-          Nos han puesto guapos, ¡madre mía Fcodo, qué paliza!- apostillaba Bolsabás-
-          Me ha dado un buen puñetazo, pero se ha tenido que hacer un daño en la mano al partirme la cara… -dijo Fcodo mientras se tocaba el moflete rechoncho y visiblemente amoratado-. Nuestra misión está cumplida camaradas, marchemos para Astur-natur.
-          Fcodo, espero que el espíritu del Gran Mosquero nos guíe y allí tengamos una victoria sobre las fuerzas oscuras, aunque no sé cómo podrás combatir con tu váder roto – observó Jumberimir-.
-          Es un pequeño contratiempo que tendremos que solventar comprando unos por internet, mi buen Jumberimir, lo importante es que ya saben aquí que los buenos y puros mosqueros de raza todavía estamos dispuestos a dar la batalla y el comienzo de ésta, empezó con la huella ecuménica del mensaje y la palabra que dejaron tú compendios en esta tierra –dijo solemnemente Fcodo-.
-          Pues no sé yo, porque no he vendido ni uno…
- Por cierto Fcodo ¿Qué diferencia hay entre un menguado y un disminuido? –preguntó Alvatuk-
- Pues supongo que la misma que hay entre un menguante y un disminuyente.
- Me parece a mí que no debe ser esa, sino la misma que hay entre menguar y disminuir… -apostilló Jumberimir-

Y con esta distendida conversación, la animada y maltrecha hermandad enfiló el paso de Pajaründal camino de Astur-natur.