domingo, 4 de octubre de 2015

El Señor de los Perdigones. Capítulo 18

-          ¡Mirad! ¡Ahora un pentáculo!, -exclamó Alvatuk asombrado-. ¡Todo el camino está lleno de polígonos raros!
-          Sin duda estas son las huellas de Gollumero, -aseveró Gandalfpé-.
-          Estoy asustado, -dijo un inquieto Alvatuk-. Primero encontramos dibujos de triángulos rectángulos, luego conos generados con su revolución y ahora esto. Creo que el poder oscuro de Saurancho se acrecienta sobre Gollumero. Cuanto más nos acercamos a Cosmarca más maldad oscura se refleja en sus dibujos y en sus textos.
-          Me han llegado noticias de que han sembrado la Cosmarca de trampas, la aparición en medios de comunicación y la publicación, durante nuestra ausencia, de los ininteligibles artículos de Gollumero con ideas incoherentes, con frases destacadas que podría firmar el mismísimo Perogrullo y con su sabiduría parda de andar por casa no auguran buenos tiempos, todos son bulos y caza de brujas, me han informado que Xanergar está inquieto y sé que ha mantenido contactos con Saurancho. Gollumero se siente seguro al lado de su amo y no nos tiene miedo en absoluto, -concluyó Gandalfpé-. El fraguado del perdigón único es inminente: la oscuridad se cierne sobre la Tierra Media amigos.
-          Puede que así sea, -mustió un totalmente abstraído Jumberimir, al tiempo que iba documentando todos aquellos símbolos y textos para un compendio del que ya había comenzado a pensar el título: “Ríos, pintonas, giros, abatimiento de ángulos y filosofía introespecífica”
-          Por fin he sacado algo de este viaje, -se dijo Jumberimir-. Una obra maestra en tiempos oscuros de perdigones y decadencia. Sin duda voy a colocar más compendios que churros se han vendido en la Cosmarca. A razón de 17 monedas de oro, precio de amigo, por una tirada de 4500 ejemplares, me deja un beneficio de…
-          La verdad es que yo estoy muy preocupado, -dijo Alvatuk-. Si se fraguase el perdigón único todos los ríos y las truchas de la tierra media perderían su pureza y los repobladores camparían a sus anchas, sin duda habría que colgar la caña.
-          Eso no sería necesario, -respondió inmediatamente Jumberimir-. Aquí te muestro una guía de cotos intensivos de la Tierra Media, incluidos los más cercanos a la Cosmarca, donde puedo dar fe de las incomparables capturas que he realizado, estaba pensando que es una buena época para actualizarla y re-editarla.
-          ¡Amigos! Ya diviso la Cosmarca, apenas nos quedan una legua, -anunció Gandalfpé-. Nuestro periplo ha terminado.
-          ¿Vamos a despedirnos así sin más? ¿No vamos a perseguir a Gollumero?, -preguntó Jumberimir-
-          Deberíamos  ir tras él y tratar de recuperar mis gafas de culovaso, -apostilló Alvatuk-.
-          Todo está perdido y segundas partes nunca fueron buenas, -dijo con tono solemne Gandalfpé-. Tengo las rodillas molidas y aún me duelen los moratones de la batalla de Lafigalien. No sé si….
-          ¡¡¡Gollumero!!!, ¡¡mirad a Gollumero!!, -gritó de pronto Jumberimir apuntando con su brazo hacia la Cosmarca-.

A lo lejos, a la sombra de un chaparro, Gollumero se encontraba dibujando con un palo otro polígono en el suelo. Palideció, levantó la cabeza temblorosa al oído de los gritos de Jumberimir.

-          ¡Polígonos! ¡Rectas! ¡Óvalos y romboides! ¡Perdigón! ¡Perdigón! ¡Gollumero! ¡Ejjj! ¡Ejjj!, -se le escuchó gritar a lo lejos-.

Rápidamente se incorporó, cogió su bolsa y huyó apresuradamente a la protección de la Cosmarca. En el grupo, nadie era capaz de articular palabra.

-          ¡A él!, -gritó Gandalfpé, al tiempo que tomaba el tubo de la caña Sagedör de de dos manos a modo de garrota-. ¡De aquí no se puede escapar! ¡Vamos todos!

De manera atropellada y vociferando, entraron en la Cosmarca tras sus pasos, al tiempo que trataba de perderse entre el gentío.

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