lunes, 27 de noviembre de 2017

Nosce te ipsum

He observado que mi estado de ánimo al escribir no depende de con qué pie me levanto, sino que lo hace según el lado en el que me recuesto en la cama al dormir.

De tal forma que, si me reclino sobre mi costado derecho, al día siguiente la acritud impregna mi retórica, y si lo hago del lado contrario el humor vence al desabrimiento. Por lo que es fácil deducir que cuando duermo decúbito supino inconscientemente mezclo las dos cualidades más comunes en mis párrafos (para los interesados nunca duermo decúbito prono por lo que pueda pasar).

He observado que del mismo modo mi microbiota intestinal influye decisivamente en el equilibrio estructural de mis diatribas, ya que no es lo mismo cenar un par de huevos fritos con torreznos y chorizo -acompañados de una buena sartenada de patatas y un buen tinto-, que una triste sopa de fideos de sobre. En el primer caso imagino felices a todos mis microorganismos residentes en una gran fiesta gastronómica que destila bienestar en mi cerebro, mientras que en el segundo los imagino tristes y desabridos, transmitiéndome pocas ganas de ser considerado y apacible.

No hay como conocerse a sí mismo para poder comprender a los demás, investigar en su forma de dormir, de comer y cómo éstas influyen en su manera de expresarse y actuar ante el mundo en las ventanas virtuales que tan generosamente nos regalan los que se enriquecen a costa del talento ajeno.

Así que bajo este punto de vista onírico-gastronómico, he realizado una pequeña categorización de los pescadores que a bien tienen demostrar su naturaleza como resultado de las características de pitanza que ingieren.

  • El tripero es un individuo que se alimenta de lo que le facilitan los demás, vive de pegar manga, de que le lleven en coche al pesquero y allí le den de comer. Debido a la variabilidad de los contenidos de su alimentación, de la mezcla de grasas y de las libaciones etílicas –que le son inherentes-, su dieta es una sucesión de excesos amparados por su concepto vital de no saber si existe un mañana; lo que le provoca un profundo sueño del que solo sale para decirte: “Vale, déjame 20 euros”.
  • La RAE dice que el estomago agradecido es una persona que responde con sus servicios a ciertos favores o beneficios materiales recibidos. En este ocasión, esta definición yo la mutaría por un nombre compuesto por un verbo y un sustantivo un tanto soez. Por lo tanto podemos suponer que los que se incluyen en este apartado duermen con un cierto mal sabor de boca después de tanto tragar. En todos los círculos sociales existe alguno, que tendría poco trabajo si no hubiera tarados tan aficionados a ser adulados.
  • Sólo realizando un cambio de verbo en el nombre compuesto aludido en el párrafo anterior, nos aparece la definición de otro comensal frecuentador del río, el empachoso. Su estupidez le lleva al resentimiento y éste a las malas digestiones, por lo que genera excesiva producción de bilis. Es fácil cuadrar la ecuación con noches llenas de pesadillas relacionadas con obsesivas venganzas.
  • El personaje del catacaldos es común en el mundillo de la pesca, ahíto estoy de aquéllos que demuestran lo bien que lo hacen todo lo que hacen mal. Sin duda es un personaje de sueño ligero y de insomnios tomentosos por mor de los ataques flatulentos del querer y no poder. Los nuevos materiales de montaje, aunque vistosos les juegan malas pasadas y últimamente se ve mucho engendro fotografiado, se nota que se saltan lo básico para empezar por el final.
  • Un pancista nunca dice que no a lo que le ofrecen para yantar o libar. Nunca se sacia y siempre hace coincidir su presencia con algún acto en el que el condumio ande presente, todo lo que le entre por el gañote es bien recibido. En el río es el último que se va, el que lo cierra, el que le da miedo dormir porque sabe que en sus sueños los peces tampoco pican.
  • El glotón es aquel que come sin moderación lo que le gusta, no sale nunca de la misma poza, rasera o corriente, así que si pensabas pescar aquel recodo que un día conociste y te encuentras alguno de estos ejemplares, despidete de pescarlo. Sueña encontrarse con un jornada en el que las truchas sean tan glotonas como él, pero nunca lo encontrará mientras siga atornillado a su postura.
  • Sueña con alcanzar los mas altos estadios de la pesca y por eso el Rebañaorzas expone sin moderación sus vulgares hazañas en lugares secretos que difunde a los cuatro vientos. Iluminado por su asaz falsa modestia, hace proselitismo de lo evidente y se cree envestido de la saya del gentilhombre. Cuando en su descanso cesan sus ansias de protagonismo, su delirio onírico, fruto del exceso de colesterol en su dieta, maquina pueriles trabajos mediáticos que abochonan a los incautos que se ven atraidos por sus cantos de sirena.
También existen aquéllos que llevando una dieta equilibrada llegan a un regulación intestinal que les mantiene clara de ideas la cabeza y saben aprovechar su tiempo en otros menesteres que no son hacer la vida un poco peor a los que le rodean, pero de ellos no escribo en este blog

Nadie se conoce a sí mismo hasta la primera resaca o el primer retortijón, es sabido que los malos momentos son los que nos hacen evolucionar tanto como pescadores como personas, después de una mala noche vendrá un día peor, después de una mala jornada de pesca puede venir una mejor –o no-; pero pocas cosas son mejores que acostarse con el buen sabor de boca de tener colocados a cada uno en su sitio.

Yo, la verdad, estoy encantado de conocerme.

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