domingo, 13 de diciembre de 2015

La gran manipulación



Reviso con curiosidad el audiovisual que nos propone el amigo Ruiberriz desde su púlpito en una red social. Del resultado de su visionado se pueden extraer varias conclusiones, yo os daré gratis las mías al contrario de lo que haría un consultor o un coacher que tan buenos estipendios remuneran.  No pretendo agradecimiento por ello.
En primer lugar quiero aclarar que, aunque a alguno se lo haya parecido, el texto subtitulado no tiene nada que ver con el hablado. Me encargaré de analizar el primero y la actitud de los personajes en el lenguaje visual que lo acompaña, que no dudo que sea el mensaje que el autor ha querido comunicar. Lo haré de forma aislada extrayendo completamente esta escena de contexto del todo a la que pertenece.
La conclusión que antes salta a la vista es la buena relación que existe entre el que mandan en el cotarro y los que montan a caballo -aquí vendría pintiparado ese proverbio del cardado y la venta de la lana-, es una de las simbiosis más efectivas y útiles para manejar a los que se dejan regalar los oídos con promesas fáciles en las que no se asume otra responsabilidad que el pago de las mismas por los regalados y/o por sus bienes materiales e intangibles. Los beneficios finales están muy calculados y siempre revierten en los cerebros de la manipulación y en sus allegados más despiertos, en estas situaciones suele aperecer un avispadillo que se enseña mucho, se expone no menos y después sale trasquilado.
La siguiente es que no hay manipulación sin tontos, y en las imágenes se ve en las caras y en lo que dicen que unos cuantos lo son. Los que tienen caras de listos callan y asumen que el poder de la tontería casi es infinito. Si uno de estos espíritus ofrecidos te puede quemar un pueblo,  fijaros si se unen y colaboran muchos juntos bajo la batuta de un siniestro director. Suerte que la orquesta desafina o el director no es Barenboim.
Y ahora quiero descubrir cuál es el verdadero motor de todas estas situaciones, que no es otro que la avaricia. En esta escena se palpa en todos los personajes que intervienen, unos pretenden ganan en el respaldo de su poder, y los más terrenales en el agradecimiento con fecha de caducidad que su estomago y su ego extraigan de todo esto y, como no, en la resolución de esos sentimientos atávicos que todavía mantienen algunos con la muerte.
En estos juegos están metidos cada vez que llega la hora de decidir como manipular los peces y los ríos en cada Belén, yo en estas fechas mejor me quedo viéndolos beber, como en el villancico.

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