domingo, 13 de septiembre de 2015

El Señor de los Perdigones. Capítulo 15

- ¡Aprieta el paso Sam! -Exclamó Bermudapesca al tiempo que por encima del hombros observaba los últimos lindes dejados atrás en su atropellada huida-
- ¡Mierda de desahogao! -Respondió Sam-. ¡Llevo corridas 14 leguas con el váder puesto y los putos cacharros encima!  La última bolsa amarilla con los restos de la barbacoa que recogí en  Benaventurak se me ha roto a la altura de Siet-churchen de Törmeduril. Tengo todo el caldo en la espalda, gayumbos y ¡hasta en los calcetines!, aparte de 4 o 5 huesos de costilla de gorrino clavados  en la corcusilla. ¿No ves que esto es todo muy desagradable?
-          ¡Mejor correr con chimichurri que perder la vida! ¡Mírales! ¡Ahí vienen! ¡Corre, corre! -Gritó Alvatuk-.

La partida de orcos que les pisaba los pasos desde hacía 3 jornadas se divisaban en lo alto del cerro. Fcodo había conminado a Sam, Alvatuk y Bermudapesca a emplear la seguridad de la ruta occidental, mientras que él se adelantaría por la vía plateada a la altura de Benaventurak a pedir auxilio y cobijo a los caballeros de Peñarandïl de BrakMt, donde esperaba encontrar a Jumberimir y Gandalfpé.

-          ¡Qué astuto estratega es Fcodo!. -Acertó a decir entre jadeos Sam Bolsabás-. Sólo él sabía que estos orcos se agruparían con los clanes de Zapardielin y Barctoruk de Törmeduril y nos perseguirían a nosotros. El ruego de protección a los caballeros de Peñarandïl llegará de su viva voz. ¿Cuánto nos queda Bermudapesca?
-          ¡Apenas un suspiro! ¡Administra el resuello! Según este cartel en media legua alcanzaremos Albartuk de Törmeduril y si cruzamos el puente creo que estaremos a salvo!
-          ¡No sé si llegaré Bermudapesca!  ¿Qué podrá salvarnos allí? -Preguntó Sam con cara de atolondrado-.

Dotándose de cierta misticismo y poder sobrenatural, en clara imitación de maese Fcodo, Bermudapesca redujo su ritmo para aleccionar torpemente a Sam.

-          Ignorante hobbit, cuenta la leyenda que intramuros de esta fortaleza existen pactos entre hombres, elfos, hobbits, orcos y magos. Nadie osa desenvainar la caña o lanzar o perdigón si se tiene delante un plato de jamón sobre rica cama de torreznos y al lado una fuente de peces del río fritos con unto de gorrino en cesto de jamón escarchado.
-          Muchacho, habla normal que pareces tonto y no estamos para chistes, dijo Alvatuk.
-          De acuerdo, se disculpó Bermudapesca- rompiendo el violento silencio que se había generado -Recuerdo que Fcodo nos dijo que Saurancho había aprobado zonas de tregua allí  donde las ricas pitanzas mereciesen ser degustadas, prosiguió Bermudapesca en un tono más calmado.
-          ¿Cómo sabe Fcodo todo eso? Se cuestionó Sam ignorando la tensión que se mascaba en el ambiente.
-          Entre tanto discurso útil yo no he tenido tiempo de preguntárselo, -espetó irónicamente Alvatuk, estaba tomando apuntes-.
-          Lo que importa, -continuó Bermudapesca-,  es que Fcodo nos dijo que existía un local  solaz y distendido donde todos los orcos se reúnen sea cual sea el motivo que les lleve allí. Seguramente nuestros perseguidores se detengan allí.
-          ¿Y cómo lo reconoceremos? – Mustió Sam Bolsabás con cara de pánfilo-.
-          No todo en esta vida es recoger mierda -  dijo Bermudapesca-. Si hubieses atendido a las enseñanzas de Fcodo, recordarías que nos indicó que pasado el puente el olor nos delataría el lugar de encuentro de los orcos.
-          Y dale. -Alvatuk empezaba a cansarse de sus sesudos acompañantes de huida-.
-          Recuerdo, -dijo Sam-, pero estoy demasiado débil para pensar. Ten en cuenta que llevamos tres días sin probar bocado y cuando nos separamos Fcodo se llevó consigo al cocinero y los últimos cachelos de Galithornmtih, prometiendo salvaguardarlos por su honor de las hordas orcas.
-          ¡Claro! ¡Y tú que te lo crees! -Añadió un hambriento Alvatuk -.
-          Yo lo recuerdo perfectamente, -dijo Bermudapesca-. Nos indicó que no nos acercáramos a menos de 7 varas de la puerta o caeríamos presos del lado oscuro. Date cuenta que grande es el poder de Saurancho y nosotros somos…..
-          Lo que sea que opines de nosotros te lo callas, -le espetó Alvatuk interrumpiéndole-.
-          ¡Mirad al oeste!  -Exclamó Sam-. ¡Diviso un puente!

De manera atropellada cruzaron el puente sobre el río Törmeduril y de inmediato detectaron el local de los orcos al paso del puente. El hedor era insoportable, no hacían falta ni varas para medir. Se olía por la boca.

-          Maese Fcodo tiene poderes cuasi divinos,- afirmó Sam Bolsabás con solemnidad ecuménica-. Ningún hombre, mago, elfo o hobbit sería capaz de soportar aquí ni medio minuto.
-          Ya sabes lo que dice Fcodo, por la pitanza lo que haga falta, -respondió de inmediato Bermudapesca en claro signo de admiración por los sacrificios del maestro-.
-          Estos dos son más tontos que un saco de piedras, se dijo Alvatuk hastiado de tanta tontería.

En su mente, buscaba la forma de dar pista de despegue a semejante par de pelotas. Ni siquiera Vir-ut-tüir, el Gran Mago del Ego, había sido capaz de encontrar en su larga existencia dos peones de este calibre.
Tras bordear el torreón y tomar la calle mayor, una voz conocida les llamó por su nombre a la altura de la última cantina.

-          ¡Sam! ¡Meriadum! ¡Alvatuk!.
-          ¡Jumberimir! ¡Bienhallado seas! ¿Dónde está Gandalfpé?, preguntó Sam.
-          Está dentro pidiendo unas raciones. Nos dirigíamos camino de Peñarandïl de BrakMt, -respondió Jumberimir-, pero al pasar delante de este local de tan sugerente nombre no hemos podido evitar parar en él.
¿Qué os ha pasado que tenéis un aspecto tan demacrado?
-          Es… es… difícil de contar, -balbuceó el otrora crecido Bermudapesca, mientras Sam no daba crédito al texto en letras doradas que contenía el toldo del local-.

En ese momento, Gandalfpé salía del establecimiento cargado de fermentaciones de cebada y productos porcinos. Se detuvo, contempló unos segundos el patético estado de sus antiguos camaradas y les invitó a sentarse con ellos.

-          Bebed y contadme, ¿qué os ha acontecido? -Preguntó abiertamente Gandalfpé-.
-          Maestro, -dijo en tono avergonzado Alvatuk-, perdóname. Siento no haber estado a tu lado cuando las circunstancias lo requirieron.

-         Verás, -prosiguió-, nos levantamos por la mañana el día que debí abandonar la comunidad con vos. Fcodo dijo sentirse traicionado y maldijo todo cuanto conocía por vuestra huida. Comenzó con su puta monserga y cuando nos dimos cuenta estábamos rodeados de una horda de orcos.
-          No supimos que hacer, -continuó Sam-.  Nos atacaron y Fcodo le propinó una patada al perol para evitar que los orcos lo cogieran. Lo abandonó en el río y no me dejó ir a recogerlo.
-          Nos obligó a huir sin presentar combate, -finalizó Bermudapesca-.
-          A la altura de Benaventurak, -continuó Sam-, nos hizo venir por la seguridad del camino occidental. Mientras tanto, el avanzaría con el cocinero y unos nuevos amigos del alma que hizo en el camino.
Como digo, avanzaría por la vía plateada con idea de alcanzaros en Peñarandïl de BrakMt. Quiere recuperaros para la causa.
Desde que nos separamos no hemos dormido ni comido, todas estas jornadas hemos sido perseguidos por los orcos.
-          Amigos, no me sorprende nada de lo que me comentáis de este personajillo, .dijo Gandalfpé, mientras Sam y Bermudapesca  se quedaban ojipláticos.. -Nadie había hablado así del venerado Fcodo hasta ahora-.
Queda patente que este enano mental ha destruido la identidad con la que comenzamos esta aventura. Para que lo entendáis, sólo le importa ser el centro de atención, continuó Gandalfpé. De hecho, lo único que quiere es tener palmeros a los que aburrir con sus circunloquios  cansinos y retórica vacía.
Jumberimir y yo mismo hemos desistido de formar parte de esta pantomima onanista. Por eso hemos optado por abandonar. Si queréis dejar de ser unos burdos palmeros  y recibir ostias a pares podéis uniros a nosotros y volver a la Cosmarca.
-          No, nuestro camino está claro. -Respondió Bermudapesca-. Hemos jurado lealtad a Fcodo, por ello nos desvinculamos de esta demencia y jamás volvemos a la Cosmarca sin las gafas de culovaso.
-          Por mí te las puedes meter por el c..
-          Podemos hacer juntos el camino hasta Peñarandïl, -interrumpió Gandalfpé a un iracundo Alvatuk-. Nosotros continuaremos después el viaje a nuestro hogar.
-          Maestro, si no fuera molestia, me complacería perder de vista a estos mermados y volver con vosotros, -susurró Alvatuk al oído de Gandalfpé-.

De manera más calmada y avituallados, prosiguieron su camino hasta que a lo lejos divisaron la noble villa de Peñarandïl de BrakMt. A una legua encontraron un cartel que rezaba:
“Peñarandïl de BrakMt  - Cuna de sagaces y avanzados mosqueros, protectores del padre Törmeduril, las truchas como barras de pan que nunca se terminan ni dejan de cebarse y poseedores de los poderes divinos del porcino de Iberiandur”.

-          Menudos sobrados, -dijo Alvatuk-. Fcodo estará entre semejantes.
-          Sin duda, -confirmó Gandalfpé-.
-          Fcodo nos dijo que aquí estaríamos a salvo, -intervino Sam-.
-          Eso significa que él lo estará, que se apretará todos los días el menú de las jornadas gastronómicas de la casquería porcina y además  tendrá palmeros por doquier. Para más inri, -concluyó Alvatuk-.
-          Camaradas, nuestros caminos divergen aquí, -anunció Gandalfpé al tiempo que Jumberimir y Alvatuk asentía con la cabeza-. Consideramos muerta la comunidad, pero siempre nos quedará la tertulia del almacén de Xarnegar.
-          No vamos a intentar convenceros de que sigáis con nosotros aunque podríamos hacerlo, -dijo orgulloso Bermudapesca-. Todos estaréis en mi corazón por los momentos vividos, buenos y malos. Por salvar nuestra amistad, hagamos breve la despedida.
-          Sí, replicó Sam.
-     Alvatuk, -dijo mirándole a los ojos-, me dirijo a ti especialmente porque sé que últimamente  he cometido muchas torpezas que han podido mellar nuestra amistad. Por ello, espero que no se vea afectada por las extremas condiciones que hemos vivido, que los buenos momentos te sonsaquen siempre una sonrisa y que todos los recuerdos míos que llevas en tu zurrón te hagan recordarme en un futuro como el amigo que siempre estuvo ahí. ¡Dame un abrazo!
-          De buena gana cambiaba toda tu mierda por mis gafas, de hecho aquí te la dejo. -Dijo un indignado Sam Bolsabas al tiempo que la arrojaba con ira al suelo mientras daba la espalda a su otrora amigo.-
-    Este es tonto, tonto, tonto….-decía Alvatuk mientras caminaba-.

Separados los unos y los otros, Bermudapesca acompañó a un desencajado Sam hasta el levadizo. Dos centinelas que guardaban el acceso les preguntaron:

-          ¿Cuál es el motivo de vuestra visita? -Preguntó un centinela-.
-          Somos miembros de la comunidad de Degustando Ricas Pitanzas en el Monte y venimos solicitando asilo y protección. -Respondió Bermudapesc-a.
-          Hemos sido atacados en Camärzanel de Tëruk y esperamos que nuestros verdaderos compañeros se encuentren aquí y ya hayan anunciado nuestra llegada, -prosiguió un alicaído Sam-
-          Conocemos vuestras peripecias y la defensa a ultranza que habéis hecho de los valores de un caballero mosquero y la tenaz lucha para evitar el fraguado del perdigón único, -respondió el centinela-.  Sois más que bienvenidos. ¡Pasad!

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