sábado, 21 de febrero de 2015

La hipocresía

Yo soy un hipócrita, no lo dudéis. A pesar de los dardos literarios que lanzo a las supuestas víctimas a las que van dirigidos mis escritos, los quiero, los admiro y los comprendo. Y sin embargo finjo y reflejo en mi mensaje que mis sentimientos son contrarios a los que realmente siento ¿o es que estoy siendo hipócrita con lo que he escrito hasta este momento? Bueno, en cualquier caso soy un hipócrita.

 Tengo la ventaja de que la necesaria hipocresía está bien aceptada socialmente y que los lectores comprenderán y hasta les agradará que tenga su espacio en mis textos, porque de otra forma no estarían perdiendo su tiempo en interpretarlos. Además, a poco que nos examinemos, veremos que todos tenemos, en mayor o menor grado, un porcentaje de esta forma imprescindible de actuar para poder sobrevivir en nuestras actividades cotidianas; por lo que, sintiéndolo mucho por el trastorno que os pueda causar, es obvio que estoy realizando una comunicación entre hipócritas.

No creo que sea necesario definir este homenaje que el vicio rinde a la virtud porque todos la practicamos con soltura incluso para engañarnos más que para engañar a otros.

Puesto que el sarcasmo suele echar mano de la hipocresía para no quedarse huérfano de padre, se pueden descubrir juntos para dar como resultado una forma ladina de humor y bastante alta en expresión de ingenio. Por lo que aprovecho que estoy tratando el tema para deciros que, por supuesto, no es éste el tono que he querido dar a mis artículos en este blog.

Pero no todo van a ser -ni deberían ser- parabienes, la hipocresía empieza a ser malsana cuando quién la ejerce se oculta detrás de identidades falsas, cuando se utiliza para obtener beneficios abyectos o para producir perjuicios morales más allá de unos mínimos preceptos deontológicos.

Solo hace falta pasear un rato por algunos foros y por estercoleros de las redes sociales para descubrir unos cuantos personajes del mundillo de la pesca que han nutrido su devenir virtual con ese tipo de actuaciones, pero el mayor acto de hipocresía que han demostrado es el relato del personaje que nos muestran cuando estamos viéndolos en persona, va  por ellos.

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