sábado, 27 de septiembre de 2014

El special one

Mi autoimposición de escribir sobre los particulares especímenes que habitan algunos nichos de la fauna piscatoria no es gratuita. Se fundamenta en la búsqueda de un equilibrio universal que quiero conseguir contrarrestando el tonelaje de sus egos con la liviandad que ofrece mi irreverente pluma a un lector desazonado ante tanta vulgaridad y expectante de algún atisbo de juicio, o por lo menos de sentido común, en el panorama de las publicaciones sobre pesca en internet. Tarea ardua y desagradecida donde las haya por la que no busco otro reconocimiento que el desprecio que he encontrado en mi recorrido; que para mi personaje, y viniendo de quienes viene, es el mayor de los aprecios y la mejor valoración que puedo imaginar, gracias.

He querido dejar fuera del artículo de los “fenómenos naturales” a este paradigma porque, una vez traspasado en límite terrenal de éstos, entra a formar parte de lo que clasifico como “fenómenos sobrenaturales”, y esa categoría de egocéntrico merece un apartado especial, tan especial como ellos.

Lo primero es reconocerlos, solo hay que estar atentos a pequeños detalles. El special one tiene un altísimo grado de narcisismo, lo que le delata con facilidad:

Los narcisistas son muy manipuladores para lograr lo que quieren, por lo que buscan pusilánimes o incautos como aliados, los palmeros ya vendrán solos, que son abundantes.

Obligan a otros a realizar cosas que no quieren, simplemente por sus necesidades y preocupaciones egoístas, lo que implica que la parte gorda del trabajo se la llevan otros mientras a ellos solo les cae el mérito. Hay que prestar mucha atención a esta faceta tan delatora porque además buscan su particular perfección y todo lo que hagas estará mal si no está visado y aprobado por ellos.

Es imposible conseguir que den su brazo a torcer puesto que contender con alguien que sólo se preocupa por sí mismo es una tarea inútil, utilizará su gracejo para que por lo menos te tragues tu pena con pan, pero te la tragarás sin remedio. Si en algún momento no le queda otra al cándido que montar en cólera, verá como, cuando su bonhomía le lleve al apaciguamiento compartiendo unas cervezas, se podrá dar por jodido porque, además de obtener un gran pesar por haberle ofendido, le tocará pagar todas las rondas sin remisión.

Suelen tener alguna habilidad  psicomotriz destacada que explotan y divulgan sobremanera (los palmeros de las redes sociales para esto son armas de difusión masiva) y no dudan en  la obtención del éxito a cualquier precio. Desgraciadamente para sus allegados este precio no es sólo económico, porque tiene el special one la capacidad de priorizar sus necesidades narcisistas en lugar de las tuyas y además, una vez desenmascarado, mantienen en sus víctimas rencores duraderos que les hace malgastar una energía que podrían orientar en otras causas.

Ya he dicho que están al margen de algo tan prosaico como el dinero, ya que tienen suficiente habilidad para escaquearse en el pago mediante excusas y recursos muy bien estudiados y, de vez en cuando, utilizando su desparpajo y su pétreo rostro, no tienen escrúpulos en atizar un rejonazo a algún desdichado que posteriormente desecha dejándole con un boquete en la cuenta del banco a modo de lucro cesante. Todo esto, para mayor oprobio, lo acompaña haciéndose el ofendido y con un premeditado teatrito en el que simula que ha sido el escaldado el que han provocado la dramática ruptura, para esto no dudan en aprovechar el frágil estado emocional en el que lo deja y también su temor a la exposición al ridículo de haber sido manipulado de tan vil manera (algo parecido les pasa a los timados).

El objetivo de estos sablazos no es otro que el de reinvertir en sí mismos los réditos que han obtenido y se las apañan para que los tangados no digan nada públicamente por no parecer tontos, esto recuerda mucho a los personajes de la picaresca y del hampa que ahora, por lo que se ve, se visten con ropas modernas y disfrutan de reputación en las redes sociales.

Si alguno después de leer este texto tiene trato o se encuentra con uno de estos buscavidas; o tiene un espíritu masoquista, o es que no ha entendido lo que he escrito y tendrá merecido sufrirlo si no es capaz de separar su destino de él.

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