lunes, 1 de septiembre de 2014

Conservacionismo

Soy pescador conservacionista de toda la vida, de los de siempre, estoy asociado a la mejor asociación, a la que lleva mas tiempo y en la que sus miembros demuestran cada día su entereza, su buen hacer, su exclusividad y su grandeza de miras.

Luego han salido otras entidades a rebufo del éxito pero no es lo mismo. Les falta gallardía y sobre todo la tradición y la comprensión y el respeto hacia el mosquero experimentado. Hacia aquel pescador que siente como suyos los ríos y que detecta sus problemas rápidamente y sabe perfectamente como afrontarlos.

A pesar de que ya siento completadas todas mis aspiraciones conservacionistas compartiendo con mis compañeros de asociación los grandes conocimientos que el río me ha ofrecido (aunque a veces noto que no me hacen mucho caso), también soy miembro de alguna otra asociación de pescadores que se supone se dedican a la conservación de los ríos. Son gente preparada y con ganas, pero les falta el don que el saberse en posesión de la verdad otorga a los que hemos sido agraciados con él. Y si por un casual mi verdad no es acompañada por la realidad, siempre existen subterfugios para que así lo parezca (debe ser por esto que también me parece que a veces no toman muy en serio mis consideraciones).

Nunca pondré a disposición de estos mediocres conservacionistas mi sabiduría, son unos encumbrados y creen que porque han estudiado sobre, y en los ríos, pueden mancillarlos y equiparar el conocimiento que me ha dado el sentir sus latidos, el respirarlos y el tocarlos como míos. ¿Qué por qué permanezco asociado con estos usurpadores? sencillo, de esta forma puedo saber por donde encaminarán sus siguientes pasos y así podré tomar las oportunas medidas para contrarrestarlos. Aunque en el fondo me repugne estar dentro de estas asociaciones tanto como algunos de sus socios me repugnan a mí, el fin justifica los desaires que sufro constantemente.

Es una postura ingrata tener por “otros” compañeros a aquellos que me aborrecen, tener que buscar entre sus socios más incautos, estériles y temporales compañeros de pesca que luego, cuando ya me han calado, esperan que de un mal paso para crucificarme o lo hacen sin ni siquiera esperar. Pero algún día, si me sirve de ayuda para mis fines, siento que podré heredar en beneficio de los peces y de los ríos, el poder y la influencia que han adquirido con su trabajo.

Una forma de actuar maquiavélica pero estúpida, no sé si lo he redactado copiando de la realidad de un triste desdichado o del guión una serie de dibujos animados.

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