domingo, 2 de julio de 2017

El problema rural

Estoy afligido por el problema de la despoblación del mundo rural, no es un problema banal y nos afecta mucho a los pescadores que las zonas donde practicamos nuestra afición se queden sin esos afectuosos aldeanos que siempre te preguntan con amabilidad si se te está dando bien, y como contestación a tu respuesta te cuentan con cierta retranca que ahora no hay pesca y que antes si que había, cuando ellos se dedicaban a sacar los peces del río hasta dejarlo tieso. Es entonces cuando se te viene a la mente la posibilidad de que sigan haciendo lo mismo y que la retranca empleada tenga una base firme (sobre todo si el día no se te está dando bien).

La idea de que los pescadores ayudamos a fijar población en el medio rural es más ilusa que romántica, sobre todo desde el punto de vista del ribereño que piensa que antes de que venga otro de fuera a llevarse sus peces es mejor tenerlos a buen recaudo en el arcón.  Tal y como está la situación, si te dejas unos pocos euros en desayunar y comprar viandas en un bar de la autovía antes de llegar al desierto demográfico donde no podrás encontrar ni pan para un bocadillo, habrás hecho todo el gasto del día incrementando los ingresos de negocios que suelen ser saneados, porque en los siguientes pueblos por los que pases lo único que dejarás será la estampa que hará el coche al atravesarlos, con suerte podrás parar en alguno y reponer agua en la fuente mientras recibes miradas que nunca sabrás muy bien que significan. A los pescadores en los pueblos no nos esperan.

Por otro lado siempre te queda un rescoldo de tristeza al pensar que estamos repudiando el asiento sobre el que se ha fundado nuestra cultura, nuestra idiosincrasia y la mierda de civilización que tenemos desde el abandono y la separación del medio rural. Te das cuenta de que la mayoría de los pobladores de las zonas rurales ya no son puros y están contaminados por la civilización urbana después de una estancia más o menos prolongada en una ciudad. Elucubras alguna idea para romper el círculo vicioso que está llevando a muchos pueblos a extinguirse y es entonces cuando se te ocurre hacer una plataforma en defensa de los valores y de las tradiciones que han mantenido vivos los pueblos durante tantos siglos.

Pues ahí van esos valores, todos ellos emanados del instinto de supervivencia:

-    La brutalidad
-    El puterío
-    La beatería
-    La arrogancia
-    La ostentación
-    El caciquismo
-    La endogamia
-    El egoísmo
-    La falta de escrúpulos y respeto al medio natural

Recapacitas, repasas en la historia, y te das cuenta de que el miedo y la ignorancia es lo que impedía salir a la gente de la pobreza y de la mala vida que tenían en donde habían nacido, después sigues pensando y no te cabe en la cabeza lo mal que lo tenían que pasar en el pueblo a tenor de lo mal que lo pasaron cuando llegaron a las ciudades y a pesar de todo se quedaron en ellas, el siguiente pensamiento es que los que se han quedado han resistido y a pesar de los cantos de sirena urbanitas y de los emigrantes ostentosos de fin de semana siguen estando convencidos de que su calidad de vida es mejor. Y como consecuencia te pones a indagar en las bondades que tienen las zonas rurales y en las que sirvieran como aliciente para revertir el fenómeno del abandono (aunque a fuerza de ser sincero el abandono es ya un hecho irreversible y la repoblación muy cuestionable en las actuales circunstancias).

Para un pescador es fácil obtener estas bondades si el pueblo tiene río y además tiene peces, pero desafortunadamente el porcentaje de pescadores que formamos la sociedad es relativamente pequeño y más pequeño aún el porcentaje de los que ven el río como un medio natural y no como una despensa. Es mucho mayor, afortunadamente, el porcentaje de ciudadanos que prefieren pasar el fin de semana en un centro comercial climatizado o encerrados en su salón mirando la televisión o las redes sociales.

Ahora que estos valores, que han abandonado el campo y se han establecido en las ciudades, que se han atemperado y algunos por suerte están en vías de extinción, que residen dónde la gente es menos libre, mas servil y está sutilmente alienada ¿no es mejor, acaso, que permanezcan recluidos en las ciudades?

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