Días atrás, mientras merodeaba insultante por mi pozo, chuleando insistentemente a dos infelices pescadores de seca, recibí un wassap de mi primo Ramonín.
Ramonín, Salar de apellido, es asturiano y se encontraba de vacaciones. Dada la naturaleza cojonera de nuestra familia, pretendió crear la desazón en mí con una “selfie” paisajera desde las Seychelles. Devolví la bofetada en forma de nueva “selfie”añadiendo una gran risotada virtual desde mi azul, bello y a la postre amado y querido Tajo (¡ay, Padre Tajo!), no sin percatarme del nuevo piercing que ostentaba mi primo en su aleta dorsal.
Pregunté a qué razón atendía esa nueva moda, a lo cual mi primo contestó, “Ye un perdigón”. No tuve más remedio que apuntar el mal gusto que había tenido eligiendo semejante adorno clavado en su cuerpo.
Me dijo que él, por su parte, se habría tatuado alguna chorrada en la aleta pectoral (una mosca de Belarmino o un retrato de su querido primo), que esto era lo que llevaban por añadidura los que se atrevían a entrar en cualquier río asturiano.
Ramonín decía que en julio y en agosto, “to dios con vara” usaba estos artefactos, y que con esa pinta tan asquerosa, solo los pringaos recién llegados del mar podían embocar semejante ordinariez. Iba uno a comparar una hermosa “Verde Montaña” o una superlativa “Hairy Mary” con ese quiero y no puedo vestido de tungsteno y plásticos.
Pues así salían involuntariamente amigos y conocidos de Ramonín, no sin antes dar carreras arriba y abajo durante largos e interminables minutos. ¿Qué no pueden ahorrarle a uno sufrimiento? O total, tras dos horas de pelea y tener que escuchar las memeces, de no se qué de un 0,15 mm del chimpancé o el gorila y de ver como a uno le hacían 300 fotos para echarlo al agua asfixiado.
La verdad es que Ramonín sale muy guapo en las fotos de Facebook, de un lado, de otro, con un pescador, con otro, ahora con la caña para que se vea la marca, ahora otra todos juntos para el blog; y él tuvo suerte, por que se tiró jodido sólo tres días con la nutria de turno dando vueltas por el pozo; porque Pablín el de Groenlandia palmó en el mismo sitio y por las mismas tres días más tarde; de tan lejos que vino, no le quedaron fuerzas para aguantar a los catch & paseo por el pozo & sesión fotográfica & release.
Yo le comentaba a mi primo que aquí en el Tajo gastaban tonterías similares, y que la culpa la tenían los blogs y el Facebook, pero bueno, mejor eso que acabar frito en rodajas, le repliqué. Él me contestó que no sabía que era peor, que se lo preguntaran a Pablín el de Groenlandia.
Tras terminar la conversación, reflexioné que había algo que nunca entendería y es que de siempre, la captura y suelta, implicaba devolver un pez pescado a la libertad y con vida, no sin ella, y quien así lo predicaba, debería dar siempre ejemplo de ello. Probe Pablín.
Paradojas de estos humanos. Tampoco podía crearme muchas expectativas, viendo lo que veo habitualmente por aquí…
La Pintona Pinturera
Me parece perfecta la idea.
ResponderEliminarDe hoy en adelante soltaré mis peces sin tocarles.
Gracias a ti,mosqueo.
Me parece perfecta la idea.
ResponderEliminarDe hoy en adelante soltaré mis peces sin tocarles.
Gracias a ti,mosqueo.