El Fantasma de río es un endemismo de la Península Ibérica que, al igual que el Ornitorrinco (Ornithorhynchus anatinus), conforma la amalgama de los mamíferos tratados en este compendio que le ponen huevos al asunto (Petulanteus 2002).
De amplia distribución en toda la Península ibérica, encuentra su mayores poblaciones en la zona nororiental y el Levante. Allí encuentra las condiciones perfectas para su asentamiento, fruto del aporte periódico y recurrente de alimento, en forma de caldero, que el hombre, en su innata capacidad de perfección, libera en el medio con objeto de que la mayoría las especies fluviales prosperen.
Con el devenir de los tiempos, fruto de las calderadas anteriormente citadas, han aumentado las poblaciones permanentes de Fantasma de río en determinados cauces fluviales, como pueden ser los conocidos Lozoya, Ter, Leizarán, Segre, Júcar, Llobregat o Noguera Ribagorzana.
Es notorio destacar un comportamiento mimético de esta especie recientemente descubierto por el equipo del eminente Dr. Toprieto (Toprieto et J de Lomo, 2015). Se ha dado cuando han aparecido restricciones en la periodicidad y la cantidad de alimento que se ha suministrado al medio, el Fantasma de río sufre una transformación megalómana creyéndose el Rata de agua (Racanus robustus) y exigiendo a sus mantenedores el sustento negado, mediante una presión inusitada a través de las redes sociales.
Se tiene constancia de determinados grupúsculos, generalmente de individuos aislados e inquietos, que tratan de colonizar tramos sin el suficiente aporte de alimento. Son individuos que fácilmente caen presa de especies superiores como el Gordo de río (Fatfluvius morpha gordus) o la Lanceta graznadora (Egolastro casterus), dada su incapacidad de alimentarse en el medio natural. Suelen ser especímenes que consuelan sus fantasmadas en grupos que mantienen una inmensa capacidad de asimilación de las egocentricidades más exorbitadas, se ha documentado que el número de personajes que forman este tipo de asociaciaciones entre especies crece proporcionalmente frente a la disminución de sus capturas y de la posibilidad e incapacidad de realizarlas (Z. Raposero et J. de Lomo, 2013)
Es una especie que no tiene un ciclo reproductivo marcado, sino que es capaz de reproducirse en cualquier época del año. Tan sólo necesita una masa de agua continental y cierta generosidad repoblativa. En caso de no encontrar dichas condiciones entra en una letargo mesetario de esterilidad del que, generalmente, llega a recuperarse en la primavera siguiente.
Acostumbra de adornarse en el cortejo, imitando claramente las habilidades de cualquier poblador de un cauce natural sin aporte alimenticio. No obstante, sus limitaciones adaptativas quedan siempre al descubierto, siendo inmediatamente desplazado por las poblaciones de otras especies nativas de la zona.
Pese a ello, ha desarrollado determinadas estrategias de cortejo que están siendo analizadas por los profesores eméritos Raposero y Sáez de la Minglanilla con objeto de ser documentadas y publicadas. Entre ellas, destacan la capacidad de adecuar su pelaje a la vestimenta natural de cualquier masa de agua fluvial. Del mismo modo, fruto de su herencia paleolítica, gusta de impregnar su superficie cutánea de informes trazos de colores variados. Generalmente son representaciones a los animales mágicos que venera, pero que no es capaz de capturar.
Ha sido capaz de colonizar ediciones impresas de papel pero tiende a desaparecer de dicho medio, en beneficio de otras especies que ocupan masas de agua interiores que se encuentran estancadas. Serán detalladas en un futuro.
En cualquier caso, es una especie sensible a la alteración del hábitat, dado que sin el afán repoblatorio al que se han aferrado algunas administraciones o entidades para mantenerla, perecería en breve espacio de tiempo. No forma parte de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, ya que se considera una especie de interés menor y fácilmente reemplazable por poblaciones foráneas mejor adaptadas.
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