domingo, 29 de mayo de 2016

Homenaje al palmero

Que se me paren los pulsos si te dejo de querer, que las campanas me doblen si te falto alguna vez”.
Creo que es un poco largo para ser un eslogan pero si una frase muy bien construida para que un palmero de pro la tenga en la cabecera de su cama.

No es sencillo pertenecer a esa estirpe de aduladores que día tras día esperan que su adorado adalid les muestre la dirección que tienen que tomar sobre sus gustos o decisiones, no es fácil dejar que los iluminados piensen por ti, te digan donde tienes que ir y lo que tienes que hacer para ser como ellos. Presiento como aterrador ese momento en que se queden sin esa referencia, ese vacío que ocupará su cotidianidad, ese minuto en que tengan que emprender la búsqueda de nuevas referencias que le hagan recapacitar y atisbar que tienen capacidad de elegir o tener un criterio propio.

¿Cuántos habríamos dado parte de nuestro peculio por evitar el esfuerzo de aprender de los que realmente saben -y apenas se muestran- en vez de atender a los endiosados que tan poco conocen y no paran de contarlo? El palmero, inteligente y pragmático, ahorra esa energía y la utiliza para mantener vivo al que trabaja por él.

Es la de adular una tarea sencilla que no gasta más que frases y calificativos en comentarios que,  a base de repetirlos constantemente, ya se han quedado vacios. Por lo que, estimados palmeros, les solicito que por lo menos pongan voluntad en renovarlos para alimentar así el ego de los idolatrados que, como bien saben,  asimila  a un castillo de aire de feria, que en cuanto deja de recibir aire se deshincha.

Pero no voy a ser yo el que ponga en entredicho la fundamental tarea que cumple este nutrido grupo de estómagos agradecidos. Su función es básica para mantener el estatus de estupidez que hemos alcanzado en las comunicaciones que se realizan en las redes sociales, ¿qué sería de ellas sin el chorreo diario de tanto autobombo, de tanto adoctrinamiento, de tanta autocomplacencia, de tanto envanecimiento y de tanta vacuidad?

domingo, 22 de mayo de 2016

El Consultorio del Mosquero Petulante. "La huella intrínseca"

Estimados lectores, fruto del clamor popular y tras el aluvión de peticiones recibidas que humildemente agradezco, me aventuro en una tipología de entrega desconocida hasta ahora en el blog: El Consultorio.

Es propio del mismísimo Perogrullo que soy el más indicado para realizar esta sección y, dentro de la misma, trataré de clarificar, con el rigor que acostumbro, todos aquellos mitos, compendios, axiomas o vertidos intelectuales que emanan de los diferentes submundos y arquetas de la pesca a mosca y quienes la practican.

Lanzo la primera entrega del Consultorio, con el objetivo de sentar cátedra, evidentemente, focalizando el inicio en la pregunta abierta lanzada por Javi Tralla con relación a la huella intrínseca derivada y las suelas de los tricópteros.
Esta es su consulta:

15 de mayo de 2016,
Una pregunta, me gustaría saber qué tipo de suela es mejor para montar los zapatos de los Tricópteros para generar una mejor huella intrinsica, yo normalmente utilizo la de una chancla por tema de flotabilidad, pero claro no tiene mucho dibujo y debe de generar poca huella por que las truchas rechazan mucho estos Tricópteros, en alguna ocasión he usado también de albarcas de esparto, pero cuando cogen agua pesan demasiado y se hunden, he intentado darles bien de flotabilizador pero sale muy caro ya que necesito del orden de kg a kg y medio por cada mosca.


Estimado amigo Javi Tralla, estás errado completamente si piensas que los materiales son la base de la huella intrínseca.

La huella intrínseca derivada es un concepto más etéreo que humano,  más de las deidades celestiales que de las piedras que suelan el camino del pescador terrenal, algo muy difícil de alcanzar por las limitadas mentes obtusas de los personajes a los que acostumbro a adornar con mis epítetos.

Aclaro que valga obtuso en cualquiera de las acepciones que recoge el diccionario.  Acepciones que son res nullius y que, por tanto, si alguno se las encuentra puede escoger la que quiera, o todas si así lo desea.

Metafóricamente, como quien acostumbra a colocar ladrillos tiene clara la idea del edificio que ha de construir, la huella intrínseca derivada  siempre es el no va más, los hijos de uno nunca son feos, aunque el degenerado resultado sea la casa de los horrores sin bajo cubierta ni ventanas y el ladrillero se empecine en indicar que está hecho así a propósito por su entomológica visión introspectiva. Espero que se entienda mi alegoría.

Avanzando en la consulta, la huella intrínseca derivada es constante intemporal, propia hasta de las mentes circulares voluptuosas. Un tricóptero es a un tricóptero, como un cono es a un triángulo revolucionado. El origen de este embrollo siempre es un cateto. Eso ha de quedar siempre claro.

Por último, como no puedo llevarte de la mano por esos tortuosos caminos, voy a darte una de las claves vitales para avanzar en la senda de la pesca a mosca con esos tricópteros que indicas. Para conocer la huella intrínseca derivada anterior que parte del cateto has de averiguar si el tricóptero es pronador, supinador o lleva muletas.  De ahí parte el todo, en el momento que lo sepas serás un iniciado.

Para tomar referencia y antecedentes sobre este intrincado asunto os remito  a un detallado estudio que en su día hice sobre “Los conos, los bichos del río, o las voluptuosidades de las mentes circulares”, en el que seguro que mi consultante puede nutrirse de una información esencial para enfrentarse a esas jornadas de pesca en las que el misticismo es el estado común de los que las disfrutan.

domingo, 8 de mayo de 2016

La geografía de la estulticia

Quiero despejar una duda que seguramente aceche a un alto porcentaje de mis lectores, no es otra que origen geográfico de aquellos a los que he dedicado las ochenta entradas que se pueden leer en este blog.

En un terruño en el que los nacionalismos locales se comprimen hasta la parcela, muchos son los que se han querido apropiar de su tarado de turno y le ha puesto cara, identificando a través de estos textos sus acciones, reacciones y negaciones -en definitiva su idiosincrasia-. Incluso más de uno reconocerá a su vecino escondido en las diatribas de mis párrafos.


Pero la geografía patria es extensa y la red fluvial que la surca amplia y nutrida de zonas dónde echar la caña. Por lo que podemos situarlos por sus cuatro puntos cardinales y afirmaría que, en todas las direcciones en que apunta la rosa de los vientos, podemos encontrar unos cuantos.


Lo que es más estrecho son los medios donde muestran sus capacidades, es ahí donde habito para alimentar este blog. Pero créanme que también me acuerdo mucho de aquellos petulantados anónimos que no tienen voz pública que me he encontrado en mi devenir o de los que ahora mismo están haciendo méritos para solicitar un hueco entre mis publicaciones.


Aunque ya lo mencioné en los diez mandamientos que publiqué bajo el título “En defensa del lector” (y que recomiendo encarecidamente volver a releer), quiero incidir en repartir ecuménicamente todas mis invectivas entre los que quieran, por si solos, formar parte de ellas. Por lo que no deseo que ningún personaje en particular se sienta obligado a soportar todo el peso de mi sátira. Prefiero que cada uno adquiera la parte que crea que más se asocia con su perfil y haga uso de ella, bien para ostentar o para su pesar, cada cual es libérrimo de hacer con ella lo que quiera y también lo es de apropiársela, aunque nada de esto es obligatorio.


Del mismo modo imploro al que ya tiene identificado a su trastornado local a que adquieran una cierta altura de miras que le permita ver más allá del límite de su alcance a ras de tierra. Puede ser una experiencia divertida.

domingo, 1 de mayo de 2016

¿Tradición o plagio?


El equipo de documentalistas de El Mosquero Petulante ha tenido acceso a un video en el que se descubre la trama que ha querido convertir el coto de El Chorrón, en el río Tormes, en una zona de pesca tradicional.


Frente a esto habría muchas cosas que decir, pero lo que más me impele a reproducir este documento es la analogía que para los pescadores ya está socialmente establecida entre tradición y muerte.


“Todo lo que no es tradición es plagio. Sólo hay una originalidad verdadera cuando se está dentro de una tradición”, por lo que se huele en el ambiente estamos dejando de ser originales y comenzando ser meros copiadores, o quizá ¿forjadores de nuevas tradiciones?


Asi se pretendía convertir El Chorron en coto C/M from Luis Ruiberriz on Vimeo.