- Este olor a eucalipto no deja lugar a dudas- dijo Gandalfpé- estamos en tierras de Lug-orgull. Hemos cruzado el paso del Eo-haradüll sanos y salvos.
- Todavía me tiemblan las piernas cada vez que recuerdo cómo los orcos-escogotadores de la frontera del Eo-haradüll santiguaban a los salmones que sacaban. Qué espectáculo tan dantesco –dijo Bermudapesca aún tembloroso-.
- Qué coño te van a temblar las piernas por eso. Te tiemblan porque a nadie más que a ti se le ocurre cruzar el Eo-haradüll con las bermudas. ¡¡¡ Qué estás helaoooo !!! –dijo Gandalpé en tono de reproche a Bermudapesca mientras éste, con lo labios amoratados no paraba de tiritar-.
Esos orcos-escogotadores de la frontera –continuó Gandalfpé- son un híbrido entre la raza de Astur-natur y la raza de Galithornmtih. Son los orcos-escogotadores uru-hai. Tienen lo peor de cada tierra. Son sanguinarios y grampinan hasta a los muiles. Su lider es el orco defensor de la pesca tradicional, Urugluis-piagür. Es un orco horrendo de cabellera negra y ensortijada, mirada extraviada y largas manos con las que lo mismo le da escogotar reos y salmones que escribir panfletos infumables en defensa de todo lo que sea matar peces, eso sí, a la forma tradicional.
- ¿No es ése el que está a hostias con Barmarkbol y se ensaña con el elfo Hervellerair? – preguntó Fcodo-.
- El mismo – respondió Gandalfpé-.
- Años ha me relató de él y de sus tropelías mi viejo amigo montaraz de Al-carria-narüll, el que monta moscas mu feas con las pelos más alborotaos que una gallina matá a escobazos. Él es buen amigo de Barmarkbol que a su vez le contó las batallas libradas contra Urugluis-piagür –dijo Fcodo-.
- Pues entonces ya sabrás de su crueldad – continuó Gandalfpé-. Sus hordas le obedecen ciegamente y hacen lucir en sus yelmos y corazas las armas de su señor con un lema grabado a fuego que los identifica…
- Yo sé mucho de lemas –interrumpió intempestivamente Sam-. ¿Cuál es?: “Omnibus enim mobilior est sapientia” ¿o?, “Ad extremum tempus die”, ¿o quizás? “Ad aendum quo nemo ante iit”…
- Fcdo, ya te dije que este muchacho es falto, ¿no?- dijo Gandalfpé visiblemente molesto-.
- No, no, maestro…digo Gandalfpé, no le subestime. Ahí donde le ve, además de un gran astrofísico es un gran latinista, de ahí que se haya interesado por el lema de las armas de los orcos-escogotadores uru-hai de Urugluis-piagür.
- Sí, además soy un gran astrofísico como ha dicho Fcodo –espetó Sam Bolsabás-. Pregunta, pregunta sin miedo, ¿no ves que llevo un palillo en la boca? De piedra te has quedao, ¿eh?... –dijo Sam mientras se limpiaba las manos en la bolsa de basura amarilla que le colgaba del cinturón del váder en evidente gesto de autosuficiencia- .
- Lo dicho, ay madre… En fin dejémoslo –dijo Gandalfpé-. El lema que llevan grabado a fuego en sus armas es: “parva sapidiores sunt“, lo que viene a ser “las pequeñas son las más ricas”-dijo Gandalfpé, en tono solemne a la vez que tétrico-
- ¡¡Es horrible, se comen a los alevines de maese pintona!!. ¡¡Asesinos malnacidos!! –aulló Fcdo mientras se mordía el labio rechoncho-.
- No malgastes tus fuerzas, amigo Fcodo. Aún nos queda un largo camino hasta llegar a los dominios de Barmakbol en Miñonduir y habremos de reservarnos para eventuales encuentros con las hordas de Urugluis-piagür.
Nuestro amigos de Degustando Ricas Pitanzas por el Monte continuaron por la costa caminando y vieron como las extrañas gentes de las tierra de Galithornmtih lo mismo pescaban a miñoca en los ríos, que lo hacían con unos raros artilugios en los muelles de los puertos por las noches. Allí los habitantes de esta tierra indómita se agolpaban hasta bien entrada la madrugada y lanzaban a las luces unos raros peces artificiales con los que sacaban extrañas criaturas del mar mientras discutían entre ellos a voz en grito en una lengua ininteligible para nuestros amigos.
- Eu chegué aquí primeiro, carallo.
- Ay, pero eu foime pra alí solo por un momentiño.
- Xa cruzasme a liña, me cajo no demo…
- Vouche dar duas hostias zalapastrán…
Poco a poco el cocinero se fue acercando movido por la curiosidad.
- ¡¡Sssshhhhh, vámonos, pueden ser peligrosos!! – le dijo mientras se agachaba Jumberimir al cocinero-.
- Es sólo un momento. Quiero ver qué pescan estos extraños hombres y qué artes son las que utilizan –dijo el cocinero acercándose a los pescadores del muelle mientras palpaba las cajas de los rapalas que llevaba escondidos en los bolsillos del chaleco desde que se hizo con ellos en el almacén de Xanergar Bolger-.
Mientras se acercaba pudo ver cómo uno de los hombres traía hacia sí una captura
- Buenas noches tengan Uds.
- Boas…
- Soy el cocinero de la comunidad de Degustando Rica Pitanzas por el Monte. Nuestra comunidad es conocida en toda la Tierra Media y al verles pescar a Uds. me he dicho “vamos a enseñarles algunos trucos de pesca a estos humildes aldeanos. ¿Aquí qué se pesca?.
- O que hai…
- ¿Y pican?
- Cando queren…
- Esos artificiales con los que pescan Uds, ¿son como los rápalas?.
- Sí…
- Pero tienen unos pinchos muy raros, ¿no?.
- Teñen, teñen…
- ¿Y dónde los puedo comprar?.
- Na tenda…
- ¿Son caros?.
- Depende… unos sí , os outros non…
Jumberimir se acercó y se dirigió al cocinero.
- Déjalo, estos extraños hombres no entienden nuestra lengua.
- Me cago en sus muelas, pa'mí que me están chuleando –dijo el cocinero indignado mientras se lo llevaba del brazo Jumberimir-.
Se alejaban y cuando los hombres del muelle ya apenas eran dos puntos en la lejanía, Jumberimir y el cocinero escucharon un grito que provenía de aquellos extraños, reclamando su atención. En el momento que se giraron, uno de ellos se ponía en pie y en un gesto parecido a meterse la mano en el bolsillo vociferaba.
- ¡¡¡¡Eeeeeeeehhh!!!. Vostedes que entendeches do mar, ¿isto que e, choco, polbo o calamar?
Las risotadas de fondo se fueron apagando mientras que Jumberimir y el cocinero se alejaban y se volvieron a reunir con sus amigos de nuevo.
- ¿Has conseguido alguna información? -le preguntó Bermudapesca al cocinero-.
- No –se adelantó a responder Jumberimir-. Yo creo que no entendían nuestro idioma.
- Puede ser –intervino Fcodo-. Yo que soy políglota y que manejo la lengua de los hombres del oeste con la ayuda del traductor de Google, sé lo difícil que es entender y hacerse entender cuando se hablan lenguas distintas. Aunque siempre hay algo que nos une en una gran hermandad con el resto de los mosqueros. Cuando la sangre mosquera corre por tus venas, sobran las palabras –terminó de decir Fcodo en tono solemne mientras achinaba los ojos y cerraba el puño mientras contraía sus deditos cortos y rechonchos en un gesto de inequívoco orgullo-.
- Hemos tenido una larga jornada -interrumpió Gandalfpé-. Acamparemos aquí y mañana continuaremos nuestra marcha para alcanzar los dominios de Barmarkbol.
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