Fcodo y la comunidad de las ricas pitanzas cruzaron las montañas nevadas por el estrecho paso de Pajaründal, bajo una niebla intensa y un frío penetrante.
- Meriadun Bermudapesca torcía el gesto y aguantaba sin protestar, ¡quien pillase los ropajes de Xarnegar! Pensó.
- ¿Queda mucho para llegar? Preguntó Sam Bolsabás.
- Poco, queda poco, afirmó Fcodo.
La niebla dio paso a una lluvia fina y el ganado pastaba tranquilamente en los verdes prados donde el olor de los brezos acompañaban a la comunidad que se adentraba poco a poco en uno de los numerosos valles.
- ¿Queda mucho para llegar? Preguntó de nuevo Sam Bolsabás.
- Poooco, queda poco, repitió Fcodo.
- Mirad, allí hay un hombre de campo, un humilde y recio hombre de campo. Seguro que nos puede recomendar un regato donde pescar sin muerte.
- Cagunmimantu, putu furiatu los coyones ¿que mi madre fais por equí? venís xingar les nueses muyeres y pescar les nueses truches, volvéi por ondevinistis babayos. Non texinga, pescadores en sin muerte dícenme, ¿quies una camada de osties?…
- Extraño dialecto hablan por estos lares, pero que entrañables que son; dijo algo que por aquí se pesca sin muerte y que en su casa tenemos cama; arribamos a nobles tierras compañeros. Mirad como agita la vara en señal de despedida.
- ¿Queda mucho para llegar? Preguntó insistente Sam Bolsabás. Puto pesao, nooooo, no queda naaaa.
Los estrechos valles del sur, daban paso a los anchos valles del norte. Humo negro de neumáticos quemados y cadáveres por doquier avisaban de las luchas acontecidas recientemente entre los habitantes de las Minas de Carboörinor y los Señores Orcos de Oviedür, avisando a nuestros amigos que no llegaban en el mejor momento y eran tiempos convulsos.
El imponente Río Allerun, en su desembocadura con el Caudalin, afluente del Nalonon daba la bienvenida a la comunidad con sus frías corrientes.
- La leyenda era cierta, mirad sus limpias aguas -dijo Fcodo-. Estamos en la cuna de la pesca a mosca de Astur-Natur. Preparad las cañas hermanos mosqueros, desvirguemos estas nobles aguas con dignas y elaboradas moscas secas de la Cosmarca para gloria de nuestros ancestros; bebamos el néctar atruchado de sus aguas y templemos armas en sus entrañas como si no hubiera fin, ¡pescad, pescad insensatos!
- Extraños insectos pululantes habitan estas aguas Fcodo, dijo Meriadun tiritando de frío, ¡mirad, por ahí baja una efémera, voy a cogerla!
- ¡Que mierda es esta!, una compresa usada, mirad por allí baja un cagarro. Allí un aplicador de tampax, ¡cuidado con esas botellas de lavavajillas!
- ¡Mira Fcodo! -gritaba Sam Bolsabás desde la lejanía con expresión bobina-. Es el paraíso, ¡mira! Llevo tres bolsas llenas en menos de un minuto.
- Que asco de sitio, las truchas se ceban a los ñordos, ¿quién ha osado mancillar tan nobles aguas?, ¡quién! Plásticos en las ramas de los árboles, cloacas por doquier, ruedas viejas en el lecho y chapas brillando en las corrientes. Malditos orcos del norte, profanadores de santuarios, seguro que ellos son los responsables.
- Pardiez, albricias, hay cebas por esos lares. Acudamos raudos a su llamada, hagamos de tripas corazón, disfrutemos lo poco que queda vivo en este santuario de Xanas norteñas.
- Están selectivas Fcodo, no doy con la mosca, dijo Alvatuk.
- Prueba está imitación de bétido,mi buen Alvatuk
- Fcodo, tiene los cercos caídos, ¿seguro que pesca?
- Ignorante hobbit, todas las imitaciones de bétido tienen los cercos caídos, ¿acaso no conoces mi colección?
- No pican. Están muy selectivas.
- Otra bolsa más¡Y otra! ¡Y otra! ¡El paraíso! -Reverberando desde la lejanía, Sam era la persona más feliz del mundo-
Simultáneamente, disintindiendo con la cabeza y levantando la caña, Fcodo clavaba raudo sobre ceba vista, a la vez que proclamaba:
- ¡Por fin!, dama del norte, bella criatura, tomaste mi obra de arte, mi bétido engañador. Ven a mis manos, hermosa pintona.
- Extraña trucha, es dorada y huele a pescado ¡Es un cachuelo!
De repente, en el horizonte, deslumbró una regia figura, la nobleza desbordaba su estampa y la elegancia en sus movimientos denotaba grandeza. Caña larga de elfo y armoniosas varadas que lograban extraer del agua una trucha tras otra.
- ¡Ayiraneldar! Loados sean los Elfos de las montañas de Sanisidrun. Ancestrales pescadores sin muerte y conocedores de las antiguas artes de pesca a paisana y dacron, -proclamó Fcodo-. ¡Cuanto tiempo amigo!
- ¿Y tu quien coñu yes? -Respondió el Elfo-.
- Soy Fcodo, de la Cosmarca, ¿no me recuerdas? mira quien me acompaña.
- ¡Cagunmimadre! largos años Gandalfpé, que dejaste nuestras montañas tras descubrir el secreto de la paisana roja. Sabes bien de que hablo, finos anzuelos de acero élfico forjados a martillo de latón y plumas de gallo en palmer de kantabrietür. Jamás perdonaremos tan magna traición a nuestros antepasados y nuestra cultura.
- Ayiraneldar, cuan equivocado estás viejo amigo, -contestó Gandalfpé dando una calada de hierba luisa-. Sabes quién me acompañaba en aquellos tiempos y debes reconocer que no era de mucho fiar, nos engañó a todos. Con esa mirada…
- Que te voy a contar, arraigados poemas élficos hablan de aquellos oscuros tiempos y de esa abyecta criatura Gandalfpé, la canción más popular se titula “yes más tontu que Pegp-eiyog”.
- Tranquilos hombres y hobbits, no seré yo quien traicione la hospitalidad de los Elfos de las montañas de Sanisidrun, contestó Ayiraneldar, estáis invitados a descansar en la Noble Collanzdel.
La comunidad de la pitanza arribó a la noble ciudad señorial élfica de Collanzdel y descansaron durante días.
Algo hacía estremecerse a Gandalfpé, con terribles pesadillas que recitaban una vez tras otra que ya no existían los estrechos lazos entre elfos y hombres, algo tenebroso se ocultaba tras la puertas de la ciudad, algo terrible hacía presentir que los Elfos de Sanisidrun podían haber sido flexibles con la terrible alianza de orcos escogotadores del Norte.
Aquella mañana:
- Hermosos arroyos y puras truchas, -comentó Fcodo a sus amigos Bolsabás, Meriadun y Alvatuk-. Truchas de raza, nacidas en el río y protegidas por una férrea cultura de pesca sin muerte. Paseemos por el río camaradas.
- Mirad allí, un pescador elfo, contemplad el arte milenario de la vara larga. Gráciles y acompasados movimientos encaminados a la captura, amigos, maese pintona ha sido engañada sutilmente.
- Fcodo, ¿Qué es esa cesta que llevan colgada a un lado? -Preguntó Sam Bolsabás-.
- No lo sé, ahí llevarán las legendarias artes paisanas.
- Joder, está metiendo en la cesta las truchas que pesca, -replicó Alvatuk-.
- ¡Imposible! -argumentó Fcodo-, es un santuario de pesca sin muerte.
- ¡Fcodo!, ¡Fcodo! Recoged vuestras cosas, -gritó Gandalfpé mientras corría hacia ellos-, ¡nuestra vida corre peligro!
- Collanzdel es condescendiente con la alianza de orcos escogotadores del Norte, han traicionado los principios que juraron; las repoblaciones están a la orden del día y se esnuca mucho más de lo que se suelta, corred.
- Maldita sea, huyamos.
- Sam, deja la puta basura ya. ¡corred insensatos, corred!
Esquivando la lluvia de flechas élficas y los numerosos golpes, la comunidad se adentro de nuevo en los valles en dirección al gran mar del Norte por el río Nalonon.
Los siguientes días fueron terribles. Orcos errantes trepadores de árboles del Esmerillüg y del Esvänthur mataban salmones por doquier a quisquilla y moruca, la comunidad luchó sin cuartel por salvar sus vidas cerca de Lafigalien mientras los ejércitos de Uru-hai arrasaban todo a su paso. No se libraron ni los piscardos. El sonido de los morrillos golpeando los peces era ensordecedor y las procesiones de orcos por la ribera eran constantes.
Deshechos y cansados llegaron a una tranquila orilla del imponente río Narceanthür donde acamparon en sus riberas.
Mientras tanto y no muy lejos de allí…
- Tesooooro, tesooooro te queremos, buscamos polígonos, rectas y óvalos.
No tesoro, no los queremos, amamos huellas intrínsecas derivadas y reflejo circunflejo tetraédrico del perdigón.
Ellos nos lo quitaron, les odiamos a todos, el perdigón, tesooooro, ¡gollumero, gollumero! ¡Ejjjjjj! ¡Ejjjjjjj!
No hay comentarios:
Publicar un comentario