Hoy quiero hablar de aquellos que saben que existe el reverso tenebroso, aquellos que están por encima de las filias y de las fobias, que saben humillarse con soberbia y sin un ápice de autocrítica, que reconocen sus carencias buscando en otros los fantasmas ajenos, que son capaces de enfrentarse a cara descubierta cuando el rédito es cuantioso pero que saben esconderse cuando no lo es y que ejecutan sus acciones visceralmente y sin remisión ni piedad alguna. Estoy hablando de “los fenómenos de la naturaleza”.
Han debido ser muchas las circunstancias y vicisitudes que les han llevado a forjar una cara tan dura en un material tan blando como es el soporte de su menguado intelecto, pero varios factores comunes hay en ellos que les ha determinado para abandonar la superficie de la tierra y volar cuatro palmos por encima -lo suficiente como para mearle en la cara a cualquiera advenedizo que interfiera en su camino-, y no han sido otros que el advenimiento de la pesca a mosca como religión y dogma de fe, y la disposición al sostenerla y no enmendarla en sus confusas y erradas trayectorias, ya que lo que comenzó como una inocente afición, un triste día los convirtió en seres elegidos.
A pesar de sus grandes puntos en común no forman un colectivo homogéneo en cuanto a su origen ni a su recorrido, y no es raro que en periodos se estimen e incluso se admiren mutuamente y en otros tengan muy serios enfrentamientos que llevan a sus partidarios comunes a estados de ánimo contrariado e incluso a situaciones de estrés. Esta es tu tipología:
Obi wan: en una extraña mezcla entre caballero andante y escudero, vive empapado en los vapores de los libros de los viejos y buenos mosqueros, cual Quijote ha perdido el sentido y la lógica de sus actuaciones y solo atiende a los profundos y primarios instintos que a fuego se han grabado en su mollera. El que no está con él, está contra él. Muy amigo de los amigos de dos días de duración y enemigo acérrimo y sempiterno de los traidores que mancillan el noble arte que ejerce con maestría y éxito a saber de sus “portentosas hazañas” escritas cual capítulo de ingenioso hidalgo, pero los valientes que han conseguido continuar mas allá de primer párrafo de su relato ven con estupor que “aquestas fazañas “se tornan en pantagruélicas comidas ejercitadas como deporte de riesgo a cuanto le rodea. Sus seguidores son pasajeros ya que tiene poco fondo de armario y en cuanto se ha puesto dos veces las mismas galas no es tan llamativo, los que aún así son pertinaces y frecuentes seguramente lo sean más por pena que por gloria, aunque no está descartado que no quieran perderse los grandes momentos de hilaridad y de vergüenza ajena que proporcionan sus ingeniosos escritos. Cuidado con él que cuando está rabioso muerde, patalea y hace todo el daño que su escasez intelectual le deja.
El enigmático visionario: solo él sabe lo que dice, en la seguridad de que sus partidarios le entienden y alaban la interpretación de sus palabras de una forma indefinida, no vaya a ser que se les noten las carencias (cada uno hace su interpretación libre porque esta forma de expresarse da mucho juego). Expone sin pudor su sabiduría parda, sus vagas conexiones neuronales, su universalidad local y su osadía y presuntuosidad ilimitada. Además de estas supuestas virtudes, hay que reconocerle ciertas aptitudes, sin las cuales nunca podría haberse erigido en un semi-dios capaz de ser la luz del faro que guía a la pesca a mosca en occidente y sentar cátedra desde el Olimpo desde donde nos observa a los pobres mortales, que no entienden ni nunca entenderán sus avanzadas teorías porque quedan fuera de su corto alcance. Es lo que tiene salir en los medios. Pues bien, esas cualidades, además de saber engrasar bien los engranajes del autobombo, no son otras que confundir con circunloquios y vaguedades a iniciados ávidos de su conocimiento que se esconde detrás de tanto ocultismo disfrazado de sabiduría, es decir: lo mismo que nada. Fachada y un poco de revoco para que brille a la luz de algunas fotografías meritorias y retocadas, pero el edificio no tiene ni suelo, ni paredes, ni vigas ni techumbre. Un fiasco.
El líder carismático: entre los suyos nunca destacó ni destacará por ser un lumbreras, más bien al contrario, por donde pasa apagan la luz y cierran la puerta no vaya a ser que se les meta en casa y les quiera vender alguna moto o pegar un poco de manga al calor de una soñada cooperación comercial con un fracaso asegurado. Por lo que se oye ya quedan pocos insensatos por engañar por sus dominios, por lo que seguramente habrá pensado que lo mejor sería echar el cierre. Pero ahí le tenemos: peleón, denunciante, risueño, amenazante y parlanchín. Maestro de la demagogia, de las verdades a medias, del banderín de enganche y de ocultar sus intereses como generales. Sus seguidores son increíblemente buenos a la hora de repetir lo mismo que predica, a todos les ha pasado lo mismo que a él y han visto por sus ojos la situación que se le antoja que acontezca si en ese momento le viene bien. Cuidado con él, muerde la mano que le da de comer.
El biencomplaciente: es increíble que alguien con rigor pueda escribir en un mismo texto una opinión y a continuación la contraria, también es difícil representar erudición y solo comunicar obviedades y que después de esto tengas admiradores. Pues ni más ni menos tenemos aquí descrito a otro fenómeno natural que además utiliza con destreza aquella artimaña que plantea la pregunta “¿te gusta mi mujer?”, vamos que el mismo hecho le puede servir a favor o en contra de sus intereses según convenga en ese o en otro momento. Como su propio nombre indica dedica mucho esfuerzo para agradar, pero hay que tener cuidado cuando no estás frente a él, no vaya a ser que te deje algo de peso en la espalda. Tiene edad suficiente para haber catado todos los vinos y haber andado por mil caminos, pero la mayoría de los que bebieron y anduvieron con él no guardan muy buenos recuerdos y los nuevos parroquianos que consigue con campechanía y su cháchara incomprensible acaban hastiados por su constante y aburrida nostalgia de tiempos pasados, cuando era alguien. Un lobo con piel de cordero que juega un papel que nadie se cree, en cuanto se desata –y esto no es ni difícil ni inhabitual- se le ve mucho que añora los viejos, y afortunadamente pasados, tiempos.
Truchagólogo: casi un recién llegado, sin saber nada y sin trayectoria, de la noche al día es capaz de absorber los conocimientos que considera interesantes desperdigados por la red y convertirse en pocos años en un autentico oportunista buscavidas -alicates en lenguaje vulgar-. Cual alien se alimenta de sus maestros hasta el último halito de su sabiduría, disfrazado de aprendiz inocente los alaga y lisonjea hasta que considera que el sabio no tiene nada que aportarle y entonces es cuando siente que puede hacerse el revenido y enviarle al cubo del reciclaje, si es posible humillándole -lo que se vienen llamando sabios y usar y tirar-. Hábil y rápido en sus movimientos practica la técnica de la tierra quemada con lo que deja un cierto tufillo que ya está empezando a escamar a más de uno de sus seguidores. Su meteórica y competitiva carrera le ha alzado hasta un lugar desde el que le dolerá mucho caer ya que es un constate consumidor de reconocimiento y los depósitos de este bien tan preciado son limitados, además este producto tan solicitado y escaso debe repartirse con todos los mencionados en este artículo porque si no se extinguirían, y no cabe duda de que sería un grave problema perder todas estas referencias puesto que sus seguidores andarían desorientados y vete a saber en qué otro movimiento se alistarían para donar su preciado reconocimiento. Este fenómeno de la naturaleza es sin duda el que se considera el más listo de todos y así lo hace saber machaconamente publicando sus resultados a modo de autopropaganda.
Comunicator: manejando los hilos desde su atalaya mediática es capaz de crear un clan, sabe bien elegir a los acólitos y les adula engordando su ego para que les sean fieles y luchen con tesón por la causa. ¿Que cuál es la causa? pues como siempre algo que viene siendo aburrido y repetitivo, servir a sus intereses, como por ejemplo la obtención de tramos para su exclusivo uso y disfrute o la defensa a capa y espada de los que se los proporcionan. Usando a su antojo el medio de comunicación del que dispone a placer, sabe nadar y guardar la ropa a la vez y lo demuestra cada vez que proclama sus discursos en contra de la administración y por el “todos tienen la culpa menos nosotros”. Ojo que al contrario que los demás este es listo, que para eso tiene estudios, sabe golpear donde duele, sabe manipular diciendo las palabras clave que encandilan las pasiones más básicas, tienen don de gentes y además un exceso de capacidad comunicativa que le lleva a preguntarse y responderse él mismo cuando entrevista a alguien al que no le tienen mucha confianza. Se mantiene siempre al acecho y no hay un hilo de información que se le escape, sabe mantener la distancia y acortarla cuando cree que pueden meter la cuchara. Muy conocidos en su casa a la hora de comer y en todos los saraos que se prodigaban antes del advenimiento de Nuestra Señora de la Austeridad.
Hay más, pero ya con estos hemos abarcado un amplio espectro y no quiero hacerle perder mucho tiempo a mi lector, prefiero que lo aproveche en identificar a estos motivados y recapacite sobre esta plaga de histriónicos de pacotilla a los que, desde este blog, nos gusta desenmascarar.
creo que a quien te refieres, me parece si no me equivoco que se trata de cierto presidente de cierto club, que manipula a su antojo a algunos de los socios, pero algunos otros hace tiempo que nos dimos cuentas porque su maneras de actuar no ha cambiado en diferentes años... no se...
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